jueves, 30 de enero de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Igual, pero diferente


        


                                      Fray Alonso de Santo Tomás O.P.


30 de enero, jueves. Entre los obispos de la diócesis de Málaga desde la toma en 1486 por los Reyes Católicos, en sus vidas y gestiones, los ha habido de todos los palos: santos, buenísimos, buenos, regulares, malos e, incluso, los que no han pisado la tierra de Málaga.

Entre todos, una figura muy peculiar: Fray Alonso de Santo Tomás. Su nombre, Alonso Enríquez de Guzmán y de Orozco. Poseyó el Condado de Castronuevo y el Marquesado de Quintana.

Nació en Vélez-Málaga, en 1631. Oficialmente, hijo de José Enríquez de Guzmán y de Porres, gentilhombre de la cámara del Rey y de doña Constanza de Ribera y Orozco, dama de la reina Isabel de Borbón… La realidad, otra.

El niño era hijo de Felipe IV y de doña Constanza. Sus padres se vieron obligados a casarse de prisa y con grandes recompensas por parte del rey. Se trasladan a Vélez-Málaga. Queda huérfano a los tres años. Lo crían sus abuelos, y al faltar estos, su tío, que también fue obispo de Málaga, Antonio Enríquez de Porres.

La primera gran decisión de su vida la toma en 1646 -tenía 15 años- cuando muere Baltasar Carlos, príncipe de Asturias. El monarca, desolado, hace intentos de legitimarlo y recibirlo en la Corte. Alonso se niega.

Sorprendentemente ingresa, 1648, en la Orden de Santo Domingo (se entiende ahora porqué figura… “de Santo Tomás”) en el Real Convento de Santo Domingo de Guzmán de Málaga, en el Perchel, con el nombre de Fray Alonso de Santo Tomás.

Estudió en Alcalá y Salamanca. Regresa a Málaga como prior del convento. Posteriormente, por obediencia, acepta el nombramiento de obispo de Osma, Burgo de Osma, Soria (no llega a los dos años) y de Plasencia, Cáceres, (poco más de uno) y lo nombran obispo de Málaga.

Lo primero que hace es una visita a la diócesis. En Álora ve el estancamiento de las obras de su iglesia y le da un impulso que casi las concluye; con el Cabildo Municipal estudian como atajar los destrozos de las riadas del Guadalmedina, la construcción de la finca del Retiro en Churriana…

Hombre dadivoso socorrió a la ciudad de Oran, en 1677, arrasada por la peste y a las víctimas del terremoto de 1680. Promovió la fundación del Hospital de San Julián.  Trajo a Málaga a los hermanos de San Juan de Dios a los que entregó el Hospital Real. Convocó un Sínodo diocesano para atajar “abusos, corruptelas y otras costumbres disonantes”.

La enfermedad apagaba su vida. Se traslado a su comunidad dominica de Santo Domingo donde falleció el 30 de julio de 1692 con 61 años. Lo enterraron en “su” convento. Miró al cielo y no perdió de vista la tierra. Uno de los grandes que han pasado por Málaga, igual, pero diferente.


 

 

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