24 de enero, viernes. Es,
por ahora, el último libro publicado, Donde habita la memoria de Antonio
García Barbeito Ed. Almuzara 2024. Recopila una selección artículos, 104. Hace
un repaso a eso que llamamos vida. Una
obra soberbia. De las que hay que tener para ir venirse, de vez en vez, y
echarle un riego al alma, la que está en el “almario”.
Copio de Bamba:
“Al recordarlas, sin querer, en
la boca me asoma una coplilla: ‘Bamba se dice en mi pueblo, / y en otros
sitios, columpio, / y en Álora, meccero…” El término aloreño de bamba lo
conocí por mi amigo Pepe Morales, como tantas otras cosas. En Álora (….) amarran una soga a la pared, en
altas ventanas o balcones y mientras tiran de los cordeles para mecer a la afortunada,
cantan unas tonadas propias, casi siempre interpretadas por mujeres, que piropean
a las muchachas que vuelan en la comba de las soga”.
(…) “Para llamarlas columpios, prefiero llamarlas
mecceros como en Álora. Me admira el sonido de esas dos ‘es’ juntas, cuasi
arrastradas al hablar, mejor cuasi mecidas en la curva de la voz: me-ce-e-ro…
cuasi cantadas (….) que bien suenan las coplas de la tribu en la voz de una muchacha
que sepa cantar y sepa, además, echarla a volar, que no la sujete en la boca,
tratando de volver a la garganta… No, echada, al vuelo dejándola libre en las
veras de los palos, la soga, los cordeles, que se remonte en el vuelo… La niña
que está en la bamba / quiere subir hasta el cielo, para coger una estrella y ponérsela
en el pelo….”
“Si yo pudiera, mi querido Pepe
Morales hermanaba tu pueblo con el mío con lazos de soga de bambas…. o de meceeros.
O con un musical lazo de coplas, de tu tribu y de la mía, o con una porfía de
los que tiran de los cordeles para mecer, a ver quien la llevaba más alta, un
año en tu pueblo, otro en el mío... Por este tiempo ya andaban los jóvenes
comprando sogas y pidiendo palos para sembrar de bambas plazas y corralejas,
calles anchas y cortinales. Y cuando el carnaval se encendiera de fiesta, que
maravillosa sensación de vacío, querido Pepe, el de las muchachas agarradas a
los ramales, en aquel ensayo de primer vuelo de la mejor edad para volar… Ay,
amigo Pepe, tus meceeros y mis bambas”.
Ante esto solo caben dos
palabras, o mejor, tres: Muchas gracias Maestro.
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