11 de enero, sábado. Mañana
ventosa y desabrida. Temporal del norte, pero revuelto; cielo entoldado que
abrirá a lo largo del día, pero ahora las nubes cubren las montañas que me
rodean. Decía el maestro Alcántara – ayer, diez de enero habría cumplido 97
años – que el paisaje es un estado de alma.
Habla la radio y la televisión
de otro paisaje. No es el paisaje de montañas azules en las tierras de Soria de
las que hablaba don Antonio Machado. Ahora pienso en los Montes Claros, a un
lado del N-111 que lleva por el Puerto de Piqueras a Logroño; al otro, las
Tierras Altas con el Puerto y Oncala donde la campana de la iglesia las noches
de ventisca tocaba para orientar al posible peregrino perdido…
Hay un no se sabe qué, ni por
qué motivo de crispación en el aire. Estamos agresivos con una fortaleza y
vitalidad que asombra. Tanta es esa vitalidad mal, muy mal entendida que en
Gerena ha llevado al cementerio a un niño que comenzaba a abrirse a la vida en
un Instituto de pueblo. ¿Qué puede pasar, o mejor que no pasa y oscurece la
mente como una noche sin luna y con lobos para que otro un poco mayor sea capaz
de darle una puñalada en el corazón?
Vemos comportamientos muy
difíciles de explicar. Esa agresividad contra el que no piensa igual uno o al
menos eso dejan entrever en sus pronunciamientos públicos asombran a cualquier
persona que tenga un mínimo de sentido común y algo de dignidad. Tiran
exabruptos contra los otros y puede ser que eso sea un espejo de ellos mismos.
Alguien justificaba que ahora
vivimos mejor. Pero no con la alegría de un logro conseguido, de una meta
alcanzada, sino como algo arrojadizo contra aquel tiempo que pasó. ¡Estaría
bueno! Si las mujeres tuviesen que seguir yendo a lavar la ropa al arroyo en
mañanas como ésta, si el noventa y tantos por ciento de la población fuese
analfabeta y varios niños siguieran durmiendo en la misma cama, si…
Entonces, pienso, a lo mejor
esas pateras que vienen serían pateras de ida, en sentido
contrario porque seríamos nosotros los que huiríamos de la miseria. Necesitamos
un paisaje que nos aporte la alegría de regalarnos el vivir en un país
maravilloso con gente maravillosa que lo hicieron grande y con gente que van a
intentar hacerlo, si es posible, aún más grande, para dejárselo a los que
vienen detrás de nosotros.
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