27 de enero, lunes. Decía
Manuel Machado algo así: “el hombre para ser hombre / necesita tres valías: /
hacer mucho, / hablar poco / y no alabarse en su vía…” Me atrevo romperla un
poco. Permitidme que, hoy, precisamente hoy, hable de mí. (Antes de seguir
muchas gracias por tantas cosas bonitas como me decís)
Dice, eso que llaman carné de
identidad, que hoy caen 78 años. Un montón de hojillas del almanaque, unas
detrás de otras. Si tuvieran que separarlas, como aquello de los “buenos y los
malos” pues en el primero un montón, enorme; de lo segundo, ni me acuerdo.
Uno, dado a hurgar en los papeles
viejos, echa manos al recuerdo. De ese cúmulo de hojas saco: Siglo XVII, el primer Morales censado es
Salvador de Morales “el Viejo” (¿1674?) natural de Málaga casado con María
Tomasa del Rosario Campo. En 1718 aparece empadronado en la calle de la Parra
de Álora.
A caballo con el XVIII,
Salvador de Morales Zambrana (h. 1674 – 1732) de profesión maestro tejero,
casado con Ana de Robles. Salvador de Morales (h. 1705 – 1735) y Francisco
Salvador de Morales (h. 1733 – ?).
En el XIX Antonio Morales
Sánchez, segundo alcalde Constitucional en 1813, casado con María Sánchez Díaz.
José Morales García (1842-1883), casado Antonia Morales Morales. Su lápida es la más antigua del cementerio de
Álora. Tengo su fotografía. Era mi bisabuelo. José Morales Morales (1878-1964),
casado con Ana Pérez García.
En el XX, José Morales Pérez
(1912-1949), casado con Francisca García Morales… Es el árbol genealógico por
línea de varonía. Continúa Ana Belén Morales Rivero, Ignacio Sánchez Morales.
Suma y sigue…
Hoy, mi entrañable amigo Jaime
Rittvagen me ha puesto un vídeo de felicitación. Ha tomado la música de Suspiros
de España que escribió Antonio Álvarez Alonso en una cafetería de
Cartagena. La letra – de lo que me ha enviado Jaime – no sé de quien es. Dice
así: “Quiso Dios / con su poder/ fundir con cuatro rayitos de sol / y hacer con
ellos una mujer / y al cumplir / su voluntad / en un jardín de España nací /
como la flor en un rosal…”
Esa mujer era mi madre. Sin
ella... Dios, mío sin ella todo lo que ha venido después, imposible. Por ley de
vida ni ella ni mi padre están ya aquí físicamente; de la otra manera, de esa
que vive dentro de cada uno de nosotros siguen vivos y estoy seguro porque a todos
nos pasa igual, le hablamos, les contamos, les decimos…
A todos cuantos la vida, de una
u otra manera, ha puesto en el camino de vida, gracias, muchas gracias. Ah...
Las rosas de hoy tienen destino, se entiende ¿verdad?
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