16 de enero, jueves. Es el título. Donde habita la memoria Antonio García Barbeito. Almuzara
2024. Es el último libro, por ahora, que acaba de publicar y donde hace una
exposición de su pueblo, de su gente, de su paisaje, y lo regala como él lo
vivió de niño y lo paladea desde la madurez del hombre que recoge la cosecha plena
de una obra única.
Barbeito ha escrito un
atlas de su vida. En los atlas se pintaban las montañas, los ríos, los afluentes,
los nombres de los pueblos. En esta obra el autor nos dice cómo se vivía en los
cerros del aljarafe sevillano. Bueno, no hay otro. ¿O sí? Desde luego que sí. Hay dos Aljarafes. Existe el geográfico que se
asienta en las lomas ahítas de olivos, y el otro, el que mana del alma de Antonio.
Ese es el que él lleva a las páginas del libro porque esta obra chorrea, como el
aceite recién salido, sabor a tierra que se quiere, que se sueña, que se lleva
dentro.
El río, allí, es una corriente
de agua; aquí, de vida. El autor deshila su alma y lo cuenta como solo las plumas
dotadas por la Gracia de Dios saben hacerlo. ¿Por cierto, cuando no existían
las máquinas de escribir, Antonio escribiría con lápiz o con tinta?
No lo he dicho antes. Lo digo
ahora. Es un libro para releerlo como se releía el Kempis o a San Juan de la Cruz
o los versos de los salmos porque cada vez que se vuelve sobre un párrafo anterior,
por segunda vez, uno le saca algo nuevo, distinto, que no lo aprehendió en la
primera.
Desgrana Barbeito en la obra –
es una recopilación de artículos publicados a la largo de su vida - esencia,
poesía, sabor y saber de las cosas que no por verlas a diario, se les saca más
y como quien arranca granos de trigo de una espiga y los regala y los deja al alcance
de la mano, de los pensamientos, de las almas de los lectores que en este caso necesitan
de ese maná como aquel maná del que hablaba la Biblia y daba vida cada mañana
los que deambulaban perdidos por el desierto…
El libro tiene la antesala de
un prólogo para enmarcarlo, para paladearlo. Lola Villar retrata al autor con
ese conocimiento que solo puede dar aquello, en este caso, aquel, a quién se
quiere mucho. Preciso, precioso, oportuno, docto… Pónganle lo que quieran. De
entrada, les digo que se quedan cortos…
Sí, pasen, entren, lean, gocen…
Este libro sabe a Barbeito, a Antonio García Barbeito en estado puro, con quien
yo también lamento que no se puedan unir mi pueblo con el suyo “con los lazos
de la soga de la bamba… o de los meceeros”, que para el caso es lo
mismo. Gracias, Maestro.
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