jueves, 16 de enero de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Donde habita la memoria


                  


16 de enero, jueves. Es el título. Donde habita la memoria Antonio García Barbeito. Almuzara 2024. Es el último libro, por ahora, que acaba de publicar y donde hace una exposición de su pueblo, de su gente, de su paisaje, y lo regala como él lo vivió de niño y lo paladea desde la madurez del hombre que recoge la cosecha plena de una obra única.

Barbeito ha escrito un atlas de su vida. En los atlas se pintaban las montañas, los ríos, los afluentes, los nombres de los pueblos. En esta obra el autor nos dice cómo se vivía en los cerros del aljarafe sevillano. Bueno, no hay otro. ¿O sí? Desde luego que sí.  Hay dos Aljarafes. Existe el geográfico que se asienta en las lomas ahítas de olivos, y el otro, el que mana del alma de Antonio. Ese es el que él lleva a las páginas del libro porque esta obra chorrea, como el aceite recién salido, sabor a tierra que se quiere, que se sueña, que se lleva dentro.

El río, allí, es una corriente de agua; aquí, de vida. El autor deshila su alma y lo cuenta como solo las plumas dotadas por la Gracia de Dios saben hacerlo. ¿Por cierto, cuando no existían las máquinas de escribir, Antonio escribiría con lápiz o con tinta?

No lo he dicho antes. Lo digo ahora. Es un libro para releerlo como se releía el Kempis o a San Juan de la Cruz o los versos de los salmos porque cada vez que se vuelve sobre un párrafo anterior, por segunda vez, uno le saca algo nuevo, distinto, que no lo aprehendió en la primera.

Desgrana Barbeito en la obra – es una recopilación de artículos publicados a la largo de su vida - esencia, poesía, sabor y saber de las cosas que no por verlas a diario, se les saca más y como quien arranca granos de trigo de una espiga y los regala y los deja al alcance de la mano, de los pensamientos, de las almas de los lectores que en este caso necesitan de ese maná como aquel maná del que hablaba la Biblia y daba vida cada mañana los que deambulaban perdidos por el desierto…

El libro tiene la antesala de un prólogo para enmarcarlo, para paladearlo. Lola Villar retrata al autor con ese conocimiento que solo puede dar aquello, en este caso, aquel, a quién se quiere mucho. Preciso, precioso, oportuno, docto… Pónganle lo que quieran. De entrada, les digo que se quedan cortos…

Sí, pasen, entren, lean, gocen… Este libro sabe a Barbeito, a Antonio García Barbeito en estado puro, con quien yo también lamento que no se puedan unir mi pueblo con el suyo “con los lazos de la soga de la bamba… o de los meceeros”, que para el caso es lo mismo. Gracias, Maestro.

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