viernes, 10 de enero de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Los almendros

 



 

10 de enero, viernes. Ya han florecido algunos almendros. Han espurreado los cerros de pinceladas blancas. Algo así como un desplume de alas de ángeles a media mañana. Son un grito en los más crudo del invierno; una llamada; la proclamación, a los cuatro vientos. La vida sigue.

Son flores blancas, rosáceas, según la variedad. Ahora han venido otras variedades nuevas. Ya no son la Marcona o la ardaleña… de las de antes. Son flores únicas. Es la flor más temprana. Anuncia que vendrá el buen tiempo, que si rebrotan en ramas que parecen secas no es más que un reflejo de la vida que llevan dentro. Ellas son el mejor regalo después de esos que dicen que nos traen los Reyes Magos.

Son la Gracia de Dios en las mañanas soleadas; otra forma de nieve natural que no baja del cielo; brota de ese movimiento de savia cuando llega su tiempo y luego, serán fruto aterciopelado y, cuando estén en rigor las calores del verano, entonces vendrán los sudores de la recogida… Se dan con generosidad; todo es belleza; todo es encanto.

Esta mañana estaba precioso el campo. En algunos lugares de España la niebla, esa que nos envuelve cuando las altas presiones hacen su presencia copaba los cursos de los ríos y las llanuras. Aquí, en Álora amaneció un día frío; luego, apuntó a primavera. Mañanitas de niebla, tardes de paseo, dice el refrán. Ya se escuchan los trinos los chamarines porque son los pajarillos más tempranos y los carbonerillos, de rama en rama de los granados que tienen aún el ropaje del invierno. Es la vida del campo. Los trigos han roto la corteza de los terrones; florecen los gamones en las cunetas de las carreteras.

Los almendros en flor han tomado por suyo el paisaje. Hace unos días que han comenzado a pespuntear de blanco las cumbres, los cerros, las quebradas de las cañadas, los bordes del camino. Parece que se prueban los trajes porque van a hacer la Primera Comunión; tienen un misal de nácar y un rosario de cuentas diminutas de pétalos. Están salpicados. Florecen y florecen: aquí, allí, allí enfrente…

Lo dice San Juan de la Cruz: “mil gracias derramando, / paso por estos sotos con presura, / y yéndoos mirando, / con sola su figura / vestidos los dejó de su hermosura”. Amén

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