3 de enero, viernes. Una
esquina de la Plaza Baja (que todavía no era de la Despedía) fue mi punto de
partida para el mundo de las letras. Era un vetusto casaron. En un tiempo, hospital;
luego, escuela para niños (las niñas iban a otro en la calle de la Parra). Era
un lugar de aulas inmundas, lúgubres y malolientes. Allí, don Gonzalo y don
José Oropesa me enseñaron – nos enseñaron – “a llevar palabras de la mano…”
No recuerdo si fue por la
mañana o por la tarde. Don Gonzalo, con una santa paciencia de hombre bueno,
sobre una vieja cartilla de esquinas raídas, apuntaba con un lápiz. Preguntaba:
- A ver, Pepito, ¿ la “m” con
la “a”?
- “Ma”….
- Y ¿si se repite?
- “Mamá…”
¿Puede un hombre soñar una
palabra más bella? Entornados los ojos, a esta hora en que las estrellas juegan
al escondite, evocar: mamá… que estás en el cielo
- A ver, Pepito, ¿la “p”
con la “a“ ?
- “Pa”…
- Y ¿si se repite?
- “Papá…” don Gonzalo.
Aquel Pepito de entonces con setenta siete años cumplidos y muy cerca tocar, si
Dios quiere, los setenta y ocho, recuerda que no tenía tres años cuando perdió a
su padre y es la palabra más añorada, más recordada, más deseaba: ¡Papá que
estas en el cielo…!
Don José Oropesa, años después,
en las tardes de ventanas abiertas porque mayo llamaba y traía olores a trigos
espigados y a campos de amapolas comenzaba el dictado: “resonaba en el fondo
de la galería un piano destemplado que parecía balbucear de mala gana…” y
Agustín Lomeña y Diego Mamely que también están en el cielo entrecruzábamos
miradas y luego cantábamos: "venid y vamos todos con flores a María,
con flores a María… ¡que también está en el cielo! (Bueno, eso no lo
decíamos en la copla, pero lo pienso ahora)
A la Plaza Baja se asoma la
luna de Nisan la noche de Jueves Santo cuando baja el Nazareno por la calle
Ancha desde Las Torres. Arriba, el silencio; abajo, el pueblo. Por la de Benito
Suárez que fue un maestro que murió joven y que antes se llamó Bermejo
en recuerdo de una familia que vivió allí, la plaza Baja se alarga al Baece…
Calle de Atrás, calle Toro (por donde la gente iba a la estación a coger el
tren), del Postigo del Adarve ¿Se subía o se bajaba al castillo?
La Plaza Baja tiene una iglesia
soberbia. Ocupa todo un lateral y un campanario donde venían a pasar la noche
los tordos en otoño; un cielo grande, muy grande como el cielo por donde pasta
margaritas Platero. Lugar de encuentro en la llamada totémica de la mañana del
Viernes Santo… Casi rectangular. Podría ser la Plaza Mayor soñada por cualquier
pueblo, única, nuestra…
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