miércoles, 1 de enero de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitacóra. Álora pueblo de luz

 

         


                          F. Javier Sánchez Morales


1 de enero, miércoles. Álora ve cada tarde ponerse el sol por el monte Redondo. Dicen que va camino de América. América es esa tierra donde Nino Bravo cantó que Dios pensó cuando puso el Edén. Dios pensó en muchas tierras cuando una tarde decidió colocar el Edén…

En la lejanía unas nubes salen a dar un paseo por la Sierras de Mijas y de Alpujata y de Ojén y de… buenos esas sierras desde donde África se ve al otro lado de ese lago azul, inmenso que llamamos Mediterráneo y que desde un tiempo a esta parte se ha convertido en el mayor – y si no uno de los mayores – cementerios de personas que pensaron que el Edén también estaba aquí. Ya ven cosas que, en ocasiones, uno piensa que puede pasar.

Mas cerca hay otras montañas. Esas son más nuestras. Nosotros las conocemos por otros nombres y desde aquí las identificamos como el monte Redondo – por su forma – y al que la erosión del viento le ha configurado una oquedad y nosotros, bueno, nosotros no, alguien que vivió antes dijo que se parece a la portada de un tempo majestuoso y fue cuando decidieron ponerle “la puerta de la iglesia”.

Casi a su lado, pero desciendo por la ladera unas piedras, a modo de picos, que quieren alcanzar el cielo, pero no lo consiguen nunca. A esas piedras, a modo de bollos gigantes que miran a las estrellas alguien las llamó “los Peñones de Juan Díaz”.

Yo no sé quién pudo ser ese tal “Juan Díaz”. En una ocasión hurgando en los papeles viejos encontré: “Hacienda rural. Aparece en Escrituras de 25 de abril de 1776 otorgada por el eclesiástico Pedro Díaz Castro y Lobato por la que funda Capellanía con “un cortijo de 66 fanegas con olivar en los Peñones de Juan Díaz”. Se encuentra en la ladera SO de las estribaciones de la Sierra del Hacho, a espaldas de las Lomillas, y frente al cortijo de La Droga. Tal como lo vi, lo cuento.

No muy lejos de allí, hay otro paraje también singular se llama “los Pechos de la Villa. De esos también me hallé que es un pago rural. Se enclavan, al pie de la Sierra del Hacho, desde la Viñuela hasta la zona de las Lomillas. El Libro de Amillaramiento, Riqueza Rústica, recoge que Juan Fernández, vecino de la Plaza Baja, posee en 4 de febrero de 1897, una suerte de secano. Pagaba, entonces, 24 pesetas.

Están atravesados por un sendero, el Camino del Puerto que vuelca hacia las tierras, al otro lado del monte, ese por el que les decía antes, que Álora ve irse el sol todas las tardes camino de América.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario