domingo, 5 de enero de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Siempre tendremos París




5 de enero, domingo, El mundo, bueno, una parte del mundo, parece que ha perdido los papeles. Unos porque no saben los pusieron; otros, porque, adrede, se empeñan en ir contra todo el sentido común que les rodea…

La prensa de hoy, cinco de enero, o sea ese día en que según nos interesa creer a muchos, los Reyes Magos, esos tres que viajaban en camellos - que no nos equivoquemos, no eran dromedarios que tienen dos jorobas, sino solo una – pues eso, debían estar llegando a un pueblecillo perdido entre montañas áridas.

 Ese pueblo se llamaba – y se llama, no sabemos por cuanto tiempo, Belén- y buscaban un niño y dicen que cuando lo encontraron se posaron ante Él (este él con mayúsculas) y le ofrecieron oro, incienso y mirra.

Yo cuando era niño nunca pedía esas cosas. Tampoco las conocía. Los Reyes a los que yo les escribía cartas siempre perdían la bicicleta o el balón de reglamento, o el tren eléctrico por el camino. A lo mejor es que yo no ponía bien la dirección y por eso se perdían. A mi casa solo sabían los reyes que traían jerseys y calctines y un estuche para meter los lápices, eso sí eran de colores y de la marca Alpino… Ah y una goma para borrar.

La prensa de hoy dice que Interior abre un expediente a una policía nacional que amenazó con dar ‘una paliza’ a los saqueadores de la dana. No lo entiendo. Con la buena gente que son los saqueadores que se llevan cosas que nosotros tenemos en nuestras casas… ¿De verdad, ustedes lo entienden?

No queda ahí la cosa, dice también que la agente arremetió en televisión contra los delincuentes que aprovecharon la tragedia para entrar a robar en viviendas y negocios afectados por la riada en Valencia. Desde luego ¡pasan unas cosas!

Pero hay más. Un señor inmensamente rico que va a comenzar a gobernar – no sé si eso será cierto, digo lo de gobernar – en un país lejano que está al otro lado del mar se ha interesado por Groenlandia, una isla que también está muy lejos pero dice él que el interés económico en la isla es superado por el estratégico, pues una vez bajo su control, Washington  podría desplegar misiles sin el apoyo de ningún socio europeo y podría prescindir de sus bases en Alemania. O sea, joder y machacar sin límites.

Yo, ya ven, pienso en un aeropuerto pequeño sumido en una noche de niebla. (La gente en aquel tiempo también andaba a la greña, es decir en guerra) y un hombre     que sacaba lo que tenía de bueno por dentro, va y dice, mientras despide a los viajeros:

- “Siempre tendremos París….” 

 

 

 

 

 

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