jueves, 18 de mayo de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Angelus

 

 

                                              

                                Foto: José Sánchez Moreno, Epi

                                Campanario de la Encarnación desde calle Postigo (Álora)


18 de mayo, jueves. La campana grande, la que está en el lado norte de la torre de la iglesia, ha anunciado que es la hora del Angelus. Hay un tropel de abejas. Liban en las flores del arriate, en las rosas entreabiertas, en el celindo del jardín. Se han llenado de frutos nuevos la higuera, los ciruelos, los membrillos de la alberca…

Angelus. Cielo entoldado. Dice el hombre del tiempo que hoy toca que llueva. El hombre del tiempo lo lleva diciendo desde hace tropecientos días. A lo mejor el día que no lo diga…. El campo espera. Todo es quietud. En los hombres empieza a echar raíces algo que parece que le da la mano a la desesperanza.

Han subido los cormoranes como todos los días. Estos pájaros negros pasan la noche en otro sitio. Cuando lo tienen a bien vuelan sobre la lengua del agua sucia y estancada del río. Se dan un chapuzón y siguen su camino. Se han posado en el eucalipto grande, el que está en la orilla, junto al borde. Primero llegó, uno; luego, otros; después, han llegado algunos más.

Una garza solitaria, patilarga y con el moño como de enfado se mueve entre los juncos. Las garzas no dan miedo; asombra su figura tan esbelta. Parecen que ellas son de otra fiesta. Están por aquí como de prestadas. El río es de ellas, pero van, también, como todos de paso…

Hay un tañido de campana; cruza el campo. La campana grande dice que es la hora. Toca a rezo del Angelus. En el campo, antiguamente, se desuncían las yuntas. En el hato de dejaban frontiles, coyundas y aguijada. Era, la hora de almuerzo. Las yuntas volvían a las pesebreras. Un ejército de bisbitas moviendo la cola, nerviosas, inquietas, curiosas picoteaban buscando los bichillos del surco.

Hay un sonido ronco. Es el tren que viene. El tren anuncia su llegada desde mucho antes de entrar en la estación. Avisa a los viajeros; hace un toque de atención por si alguien está en las cercanías del paso a nivel. Hay un ruido de hierros que frenan. Luego, silencio…

Don Pío Baroja escribió otro Angelus. Eran pescadores. Trece hombres y una mujer; estaban en una mar lejana…Yo, estoy solo en el campo. La campana, la campana grande de la iglesia, ha llamado al rezo del Angelus. El campo que es sabio conoce que el “Ángel del Señor anunció a María…”

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario