Málaga. Calle Larios
2 de mayo, martes. Tiene calle
Larios la lozanía – siendo políticamente incorrecto con los años que corren –
de una mujer en la flor de la vida. De esas que citan desde lejos y cuando uno
se llega ante ella, se queda embelesado porque de cerca todo es aún, en sí más belleza…
Nació a finales del siglo XIX.
El 15 de mayo de 1887 pusieron la primera piedra; cuatro años después, en 17 de
agosto de 1891 la recepcionó el Ayuntamiento y la incluyó en su callejero como
emblema de una ciudad que se abría al progreso que venía de Europa: Londres,
París o Roma.
El centro de Málaga, entre la
plaza de las Cuatro Calles – hoy plaza de la Constitución – y el mar era un
dédalo insaluble de calles estrechas, entrecruzadas, sin ventilación ni
saneamiento, que lo convertía en un vivero de enfermedades denunciadas por los
médicos de la ciudad y que ponían como condición indispensable para
erradicarlas el permitir que entrasen los vientos que venían del mar.
Proliferaban garitos, lupanares, tabernas, posadas, delincuencia, mesones…
Ocho alcaldes pasaron por el
Ayuntamiento en aquellos cuatro años. Algunos muy notables: Alarcón Luján,
Sebastián Souvirón, Sánchez Pastor o Liborio García que unidos al empuje de la
Sociedad Económica de Amigos del País, cocina donde se guisó gran parte del progreso
malagueño, más el poderío y visión de la Casa Larios concibieron abrir una
calle desde Capuchinos a calle Martínez. Una Gran Vía, desde el campo al mar.
Crearon una Sociedad Anónima
con una capital de un millón de pesetas, cuarenta acciones a veinticinco. El
Ayuntamiento compra por valor de doscientas cincuenta mil. Se estipula que los accionistas se beneficiarían
de los impuestos, arbitrios y recaudaciones de la nueva calle que nacía… Antes
había que expropiar y antes había que tener las cosas claras.
Cuando comienzan las
expropiaciones salta la primera sorpresa, la Casa Larios ya había comprado el
setenta y seis por ciento de lo que se iba a expropiar… La obra la dirige
Strachan-Viana. El maestro de obras José Pérez Espíldora, a su lado alguien muy
prometedor, Antonio Baena. Cuando se concluye la calle tiene como novedad -hay
muchas más - que su suelo es de madera. ¡Algo insólito! Luego la riada de 1907
lo destruyó…
El obispo don Marcelo Spínola
bendijo la calle. Se hizo un arco conmemorativo, los Larios no asistieron. El
pueblo asombrado mira, ve y admira como crece su ciudad…. Convendrán que la
calle Larios no es una calle cualquiera.
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