martes, 9 de mayo de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mujeres que dejan huella: Urraca I, la de los ojos de miel

 

 

               


                      URRACA I, LA DE LOS OJOS DE MIEL

                                                (1082-1126)

 

9 de mayo, martes. Nació en León en 1082 y murió en Saldaña (al pie de la montaña Palentina) con cuarenta y cuatro años en 1126. Es una mujer del siglo XI. Nieta de Fernando I de León, el Magno, e hija de Alfonso VI y Constanza de Borgoña. Esbelta, morena, mujer de proporciones adecuadas, nariz prominente, barbilla pronunciada y boca pequeña.  Fogosa, intuitiva...  La casaron con diez años con su primo Raimundo de Borgoña. Dicen los cronistas que “tenía los ojos del color de la miel”

A la muerte de su abuelo, el reino de León quedó dividido entre sus hijos, a Sancho le asigno Castilla; a Alfonso, León; a García, Galicia y a sus dos hijas, Toro a Elvira Toro y a Urraca Zamora. Muerto el padre comenzó la guerra fratricida entre hermanos. Sancho, arremete contra todos. Urraca protege a Alfonso y García pierde Galicia. Entre todos se impone Alfonso.

Además de los desastres internos (Sancho II había muerto ante las murallas de Zamora) Alfonso, exiliado en Toledo… Por el sur aprietan los almorávides fundamentalistas religiosos. Vencen en Zalaca y Uclés.  Allí muere lo más florido de la nobleza de aquel tiempo, entre ellos el infante don Sancho, un niño de trece años.

Alfonso VI entra en la depresión y la pena. Poco después, muere de disentería en Toledo. Antes, llama a su hija, a Urraca  y la designa heredera. Reina de Castilla y León y primera mujer en la Historia de España que asume el trono del Reino…

Ya viuda desde hacía unos años, la casan con Alfonso I de Aragón, “el Batallador”. Boda política que no augura nada bueno. Ni la nobleza ni el Papa la aceptan por consanguinidad. Entre los contrayentes riñas constantes, vejaciones, humillaciones... Conocida también como la ‘Temeraria’. Acostumbrada a mandar solía decir: “el Rey soy yo”.

Encarcelada, se escapa. Su marido la repudia. Ella después, entra en conflicto con la nobleza gallega que custodiaba al futuro Alfonso VII. Sufre una rebelión. Huye su aliado el obispo Gelmírez. Salva la vida a duras penas y al final – tenía poco más de cuarenta años – se entrega a los amores desenfrenados, principalmente, con el conde don Pedro González de Lara. Nace un hijo de esa relación. En el parto muere la reina, desheredan al niño al que ponen por nombre Fernán Pérez; de apodo, “el hurtado”…

 

Bibliografía:

Salazar y Acha, Jaime de (2006). “Urraca un nombre egregio en la onomástica altomedieval.

Florez. E. Memorias de las Reynas Catholicas. Madrid, Viuda de Marín, 1790

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