lunes, 15 de mayo de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El rincón

 

        

                                     


15 de mayo, lunes. Hasta este rincón del jardín donde en ocasiones me siento a solas conmigo mismo que es un decir porque uno nunca está a solas, llega la tarde. El suelo terroso está horadado por caminos de hormigas que salen desde el interior de la tierra. Las hormigas nunca están quietas. Siempre caminan de un lugar a otro y muchas arrastran trocitos de hojas secas, palitos, semilla o pedacitos de yerbas. Cuando el viento sopla con más fuerza las hormigas se ocultan y se refugian en el interior del agujero.

El granado se vistió de hojas cuando empezaron los primeros brotes en marzo; luego, en abril todo era manto verde. Ahora, en mayo, han cuajado las primeras granadillas y algunos frutos ya penden en sus ramas como una promesa que está por venir y un presente que, casi sin darme cuenta, se ha hecho realidad.

El paisaje al otro lado de la frondosidad del vallado de granados se abre bajo un cielo espléndido. Enfrente amarillean las lomas de Virote. Se han ido demasiado pronto los secanos y anuncian un verano temprano. Abajo, no lo veo, pero sé que está el curso del río con riberas verdes y la vía del tren desde donde, a veces, cuando sopla aire de Levante, sube el ruido sordo y metálico de los trenes que pasan.

En el horizonte, lejano, se recortan, por la izquierda, la Sierra de Abdalajís: el Huma redondeado como la barriga de una rana muerta que flota en el agua de la alberca, el Huma, junto a él, la Capilla con brezos y matorral en la caliza, son los picos más altos. Acodado, en el centro, El Torcal. Una sierra para ensoñaciones donde uno se figura lo que no es. A la derecha, El Camarolo y las sierras de Granada…

La tarde se va poco a poco. Me acuerdo de Juan Ramón y del pozo blanco y encalado y de todas las cosas aquellas que contaba el maestro de Moguer y me acuerdo de los pájaros que seguirán cantando. Esta tarde también están cantado.  Desde aquí no escucho las campanas del campanario. La vida, sobre coches que pasan raudos por la carretera, va y viene. Todos tienen la prisa de quienes van a alguna parte. Las hormigas y los coches y el granado florido…. Ninguna de las partes está quieta. A veces pongo letras unas junto a otras ¿Dirán algo?…

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario