viernes, 12 de mayo de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Distrito Montes

 


                          


12 de mayo, viernes. Una llamada de teléfono:

-         Dame tu dirección postal que te voy a enviar mi último libro.

Le dije que no, que me acercaría a Antequera y que así podríamos echar un rato. Esta semana no puedo, le contesté; la que viene.

-         De acuerdo, pero avísame antes.

Caía la tarde.  El sol casi traspuesto. Paseamos por un jardín de delicias. Recuerdos, un paso pausado sobre aquel otro tiempo en el que uno era flor de invernadero. Me recordó algo que yo había olvidado.

-         Un día te acercaste (tú no eras de los que se me acercaban) En la mirada supe que venías a decirme algo. Habíamos terminado de leer la Comedida Humana: algún día, me dijiste, me gustaría escribir como este hombre. Supe en aquel momento cuál era la vocación.

Hoy tengo que hablar de su libro. Lorenzo Orellana bajo el seudónimo de don Claudio ha abierto algunas hojas de su vida. El paso por Venezuela (seis años en la diócesis de Cumaná), la excusa. Páginas de una religiosidad impresionante. Invita a la meditación, a ese tú a tú, en las preguntas sin respuestas aparentes. Dios aguarda al otro lado del camino, en gente, en templo, en el Sagrario. Es la respuesta en silencio…

De camino, una lección de Geografía: Aricagua, Manzanares, Cumanacoa; de gastronomía: caraotas negras con plátano frito, arepita, un negrito… , de botánica: samán, chaguaramos, araguaneyes, o el  flamboyán con sus flores rojas….

Dice de como la lengua se crea: medicura, cabuyas, ture, ensopado, puchar, pícher, catire, alguito, cocollar, baharaque, guayates, morrocotes… Habla de gente, del problema social de la injusticia, de la guerrilla, de la Historia de la Iglesia de Venezuela. 

 A medida que me adentraba en la lectura he creído encontrarme con Bernanos  (Diario de un cura rural ) cuando el negociante justifica la usura porque él no se considera un ladrón y busca su propio beneficio; con Tagore en la poseía de los bosques; con Hemingway (El viejo y el mar) en el muchacho que a pesar de su dolor tenía la madurez del hombre; en la soledad de la duda, con Martín Descalzo (Un cura se confiesa) o en el retrato de la vida, de William Saroyan  (La comedia humana) con Homero Macauley, en este caso postrado en  cama por la enfermedad y la pobreza y donde Ítaca está en el trópico venezolano.

Distrito Montes, Exlibris, no es un libro cualquiera. Induce a pensar, a saber, que, desde la primera página hasta el final (por cierto sorprendente) uno va por un camino diferente.

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario