12 de mayo, viernes. Una
llamada de teléfono:
-
Dame tu dirección postal que te voy a enviar mi
último libro.
Le dije que no, que me
acercaría a Antequera y que así podríamos echar un rato. Esta semana no puedo,
le contesté; la que viene.
-
De acuerdo, pero avísame antes.
Caía la tarde. El sol casi traspuesto. Paseamos por un
jardín de delicias. Recuerdos, un paso pausado sobre aquel otro tiempo en el
que uno era flor de invernadero. Me recordó algo que yo había olvidado.
-
Un día te acercaste (tú no eras de los que se me
acercaban) En la mirada supe que venías a decirme algo. Habíamos terminado de
leer la Comedida Humana: algún día, me dijiste, me gustaría escribir
como este hombre. Supe en aquel momento cuál era la vocación.
Hoy tengo que hablar de su
libro. Lorenzo Orellana bajo el seudónimo de don Claudio ha abierto algunas
hojas de su vida. El paso por Venezuela (seis años en la diócesis de Cumaná),
la excusa. Páginas de una religiosidad impresionante. Invita a la meditación, a
ese tú a tú, en las preguntas sin respuestas aparentes. Dios aguarda al otro
lado del camino, en gente, en templo, en el Sagrario. Es la respuesta en
silencio…
De camino, una lección de
Geografía: Aricagua, Manzanares, Cumanacoa; de gastronomía: caraotas negras con
plátano frito, arepita, un negrito… , de botánica: samán, chaguaramos,
araguaneyes, o el flamboyán con sus
flores rojas….
Dice de como la lengua se crea:
medicura, cabuyas, ture, ensopado, puchar, pícher, catire, alguito, cocollar,
baharaque, guayates, morrocotes… Habla de gente, del problema social de la
injusticia, de la guerrilla, de la Historia de la Iglesia de Venezuela.
A medida que me adentraba en la
lectura he creído encontrarme con Bernanos
(Diario de un cura rural ) cuando el negociante justifica la
usura porque él no se considera un ladrón y busca su propio beneficio; con
Tagore en la poseía de los bosques; con Hemingway (El viejo y el mar) en
el muchacho que a pesar de su dolor tenía la madurez del hombre; en la soledad
de la duda, con Martín Descalzo (Un cura se confiesa) o en el retrato de
la vida, de William Saroyan (La
comedia humana) con Homero Macauley, en este caso postrado en cama por la enfermedad y la pobreza y donde
Ítaca está en el trópico venezolano.
Distrito Montes,
Exlibris, no es un libro cualquiera. Induce a pensar, a saber, que, desde la
primera página hasta el final (por cierto sorprendente) uno va por un camino
diferente.
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