Antigua Casa de Guardia. Fundada en 1840
3 de mayo, miércoles. Bajo -
¿por qué la gente de interior ‘bajamos’? - a Málaga. Ah, claro. El curso del
río va desde los montes al mar y entonces ahí puede estar la explicación.
Málaga estaba sobrada de luz y de gentes.
Me encuentro con Fulgencio – el
día comienza bien -. Cruzo por el Puente de la Esperanza. Un puente sobre un
río sin agua. Miro al cauce seco. Han comenzado las obras de recuperarlo como
zona ajardinada. Un punto verde en una cicatriz oxidada por el tiempo y la
desidia.
Por Torregorda salgo a la
Alameda. Ese espacio que, como Venus, salió de las aguas. Málaga recuperó los
depósitos de detritus y aluviones que, a lo largo de muchos años, el río, el
Guadalmedina, dejaba en su rebalaje. “Empujaron” el mar hacia adentro. Sembraron
un paseo con árboles. (álamos, de ahí: ‘alameda’). Torregorda era un
espigón. Sobresalía en la muralla. Desde allí el almuédano llamaba a la
oración.
Carlos III, el rey que vino de
rebote. vio que ya no tenían sentido ni la muralla ni las torres de vigía y
autorizó recuperar aquellos terrenos para ciudad e hizo una aportación de la que ni él ni los
que la habían solicitado eran conscientes de la trascendencia del acuerdo.
Subo por Puerta del Mar (¡Mira
que es es bonito el nombre!) Se sabe que es imposible ponerle puertas al campo.
¿Pero quién le pone puerta al mar? Sencillamente, Málaga, como le pone jazmines
a la biznaga o un manto de flores a una Dolorosa… y ahí queda eso.
El centro es un hormiguero.
Calle Nueva y calle San Juan y Cinco Bolas y Especería y… ¿Me creen si les digo
que no tienen espacio para admitir a más gente? Después de las penitencias de
rigor – ir con tu mujer y pasar de largo de una tienda ¿verdad que es un
imposible? – cantando bajito, me acuerdo de “aunque me voy no me voy…” que es
tan bonito y que se le puede aplicar a muchas, a todas las ciudades en las que
nos encontramos a gusto.
Me encuentro con unos amigos.
Esto merece un ‘pajarete’ (u dos u tres u los que encarten en la
Antigua Casa de Guardia). Después recuerdo a Cervantes. Lo cuenta en el
Licenciado Vidriera: “Despidiose dellos, mostrando en sus palabras su
agradecimiento, y salió de Málaga (que esta era la patria de sus señores) y al
bajar de la cuesta de la Zambra, camino de Antequera…” Yo, tomé otro
camino; me vine para Álora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario