Está estos días en algunos
periódicos no porque se nos haya subido el hálito cultural, ni porque hayamos
tenido un apretón de adrenalina al reconocer a uno de los grandes de la pintura
universal. No, no. Está por algo más simple. Dinero, vil y ruin metal que mueve
lo que parece incluso que está en el olvido.
El Tribunal Superior de
Justicia de Madrid lo ha impedido. Un cuadro, según el título “Retrato de un
clérigo” que se le atribuye iba a salir de España a cambio pues de eso, de
dinero. O sea, vendido. El cuadro andaba clasificado como Bien Cultural y esas
cosas se tienen que quedar aquí. La Justicia una vez más – ¿y van? – ha
cumplido con su deber y no mirado para otro lado.
Hablar de Velázquez es salir de
los límites de la territorialidad para saltar incluso fronteras y ponerlo en
apartado de genios, de esos que de vez en cuando, y casi sin querer aparecen en
algunas tierras, en este caso fue en Sevilla y luego desde la Corte, en Madrid,
llegó con su arte a todos los rincones del mundo.
De Velázquez se ha dicho mucho,
muchísimo por quienes han estudiado al personaje, a su tiempo, a su obra. Ya
incluso cuando comenzaba a pintar en el taller de su suegro, Pacheco, éste lo
incluyó en una antología de los pintores de su tiempo. Las malas lenguas dicen
que le dio cabida “porque era su yerno”. Después, los que saben de esto dicen
que la mayor gloria de Pacheco era haber sido suegro de Velázquez. Y es que a
veces ocurren unas cosas…
Les decía que entre otras a
Diego de Silva Velázquez se le reconoce haber creado en sus cuadros el sfumato.
Y, ¿eso qué es? Le pregunté, una tarde,
a don Manuel Burgos, cuando nos enseñaba Historia del Arte. Eso es, contestó, el espacio que tú ves en un
lienzo plano de un cuadro entre las figuras. Y agregó la distancia que hay
entre el pintor y los reyes que se asoman por un espejo en el lienzo de La
Meninas o entre la rueca y las mujeres que tejen en Las Hilanderas, o ese
mechón de pelo que cae sobre una parte de la cara del Cristo, o entre el
espectador y Aguador de Sevilla que posa junto a su cántaro o…
Velázquez, genio universal.
Cupo la gloria de que nació en esta tierra. Cosas que pasan.
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