¿Llueve? ¡Llueve…! Primero, era un
ruido sordo, algo así como un tropel de angelillos traviesos que salen al
recreo y se empujan por las escaleras del cielo, para ver quién llega el
primero al patio, y el más veloz, aquel angelillo rubio de piel blanca y
mofletes gordos, se ha puesto debajo de los palos de la portería y ha gritado: ¡Primerooo…!
Después, todo se vistió de gris.
Era como un tul extendido desde las alturas, y en la lejanía se difuminaban los
montes y las sierras estaban cubiertas de nubes, y el agua descendía con esa
mansedumbre con que solo baja la lluvia cuando lo hace con la bendición de esta
mañana.
Llueve sobre el campo. Están
sedientos los terrones de la sementera que abrió el arado que crujía bajo el tiro de la yunta
de andar lento, monótono, cansino… Se empapa el campo y no deja que se escape
ni una gota, ni la más traviesa de las gotas.
En posición estoica, ofrecen los
olivos su cosecha, con las ramas generosas aguardando la lluvia durante muchos
días, muchas semanas, mucho tiempo. Se
resistía, no quería venir hasta que Él quiso, y quiso y se esparció por todos
los rincones y dejó la firma de Dios, generosidad
y dulzura.
Uno, en estos momentos, se
acuerda de aquel hombre viejo a pesar de que sus años aún decían que era joven,
pero al que hirió el dardo que le asignó Cupido, amando lo que puede tener de
hospitalario y desde su clase oscura en el caserón soriano, veía la “monotonía
de la lluvia tras los cristales”
Pienso también, en esa balada que Serrat llevó
al pentagrama, pero que como no conocía los campos de aquí, no sabía de granados
que comienzan a vestirse de oro viejo, ni almeces medio deshojados con las
bayas negras que ponían a los niños los labios de palodú, ni caquis maduros
para merienda de pájaros, ni de nueces que bambolea el viento en los pimpollos
más altos de las ramas…
Llueve. Dios ha querido que sea
así y ahora el campo lo agradece y dentro de unos días se vestirá con un manto
verde y se cargarán los veneros que llenarán los pozos. Y cuando el eco
pregunte: ¿Está Dios ahí? dirá: Síííí…., y se perderá hasta un infinito de no
sabemos dónde…
No hay comentarios:
Publicar un comentario