Como unas nalgas ebúrneas,
escapadas de un cuadro de Rubens, y que en cualquier lugar – el cuadro; lo otro
también - es el motivo de la mirada
lasciva que lo penetra, escudriña y curiosea, unas veces de manera sensual y
otra como algo que muestra una exuberancia poco común de la naturaleza.
Como unos pechos turgentes
escapados de un cuadro de Tintoretto – el hijo – que no tuvo la fuerza de la
pintura de su padre, pero que compensa esa ausencia con una elegancia y un
gusto por el color y el detalle que lo hacen admirable y con sitio propio en la
Historia del Arte.
Como escapado de un cuadro de
quien mejor ha pintado los bodegones en el arte del barroco español, Zurbarán, los membrillos se ofrecen como
tentación imposible de esquivar a quien quiere acercarse a degustar una fruta
ácida y áspera que impide que se coma cruda, pero a la que el almíbar, como al
amor, le da todo lo que le falta para hacerla sublime.
Viene el membrillo, la fruta de
las zonas cálidas del Cáucaso: Uzbekistán, Armenia, Irán y Turquía, y según
otros, del la región de Cydonia de la que toma nombre, en la isla de Creta. De
hecho, en el mundo helénico fue muy conocido y en Macedonia, cuando se habla de
la manzana perdida en los tiempos históricos, se refieren preferentemente al
membrillo.
Dicen que tienen hidratos de
carbono, fibra, potasio y ácido ascórbico. Sin embargo, el membrillo es
demasiado agrio y astringente, que hace que no se le hinque el diente crudo y
sí elaborado: mermelada, jalea real, carne de membrillo, compota o, incluso en
los países de habla inglesa, como budín, manera desechada en casi todos los
países latinos.
Su flor es blanca. Florece en
primavera, y el membrillo - en algunos
lugares se conoce también como membrillero – aparece una mañana cuajado de un
enjambre de mariposas blancas, que pone una nota de belleza y poesía.
Carlomagno recomendó que en todos los huertos hubiese uno o dos ejemplares. Los
amantes de lo dulce, por golosos, hacen que cuando llega el otoño, el fruto
cocido y troceado y elaborado, haga un maridaje perfecto con el azúcar y se convierta en manjar
exquisito, excelso y único…
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