Esta mañana ‘Nuestra Tierra’, el grupo
folk, y nuestra tierra, la que pisamos cada día se ha despertado triste, muy
triste. Un mazazo inesperado. Una noticia que nunca se quiere saber, pero que
está ahí. Se nos ha ido Tomás, Tomás Salas González. Su corazón dijo que ya estaba
harto de andar los caminos y decidió pararse y no mover más el reloj de las
horas para atrasarlo o para adelantarlo, eso lo dejó para otros hombres…
Tomás era el alma de muchas
cosas. Una autoridad en la recopilación del folclore de nuestra tierra, un
hombre servicial y como todos los que llevan mucho arte dentro alguien tan
especial que era único e irrepetible. Tomás era de esas personas que deja un
vacío, que puede sonar a tópico, pero que no va a llenar nadie.
Seguramente en una noche en que a
Dios se le movió alguna cuerda de su guitarra tuvo la ocurrencia de llamarlo
para que se la afinase. Y Tomás que no sabía decir que no – a mí nunca me dijo
que no, ¡y mira que lo importuné veces! – emprendió el camino y fue a poner la
cuerda en su sitio y a darle los acordes y los afines…
Dios se empeña en escribir de una
manera que a los hombres nos cuesta trabajo entender y nos hace que nos
preguntemos y nos preguntemos y nos preguntemos, pero la respuesta siempre es la misma: lo ha
querido Él. Y Tomás desde esta madrugada escribe en un pentagrama diferente en
clave de Sol diferente junto al Sol diferente y verdadero, el Sol que todo lo
puede.
Es difícil escribir obituarios.
Casi siempre se escribe de alguien de quien decimos que se quiere y que era bueno.
En este caso, no es que se diga, es que se cumplen las dos. Su ausencia va a
ser una presencia constante en todo por lo que él andaba. Cuesta, cuesta mucho
y como Miguel asumo sus versos: “un manotazo duro, un golpe helado / un
hachazo invisible y homicida / un empujón brutal te ha derribado. Andaba la
madrugaba pajareando cuando todavía estaban lejos las luces del alba”. Se nos ha ido Tomás. Dios lo ha querido.
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