Único, señero, singular,
extraordinario, original, distinto, sin par, especial, fuera de lo corriente,
insólito, inusitado. Es decir, Rafa Nadal.
Excepcional, fabuloso, asombroso,
sorprendente, propio, peculiar, personal, individual, exclusivo, sui generis,
esencial, inabarcable, espléndido. Es decir, Rafa Nadal.
Prodigioso, específico, inédito,
prototipo, portentoso, mágico, mirífico, increíble, ponderado, inaudito. Es
decir, Rafa Nadal.
Esperado, peregrino, inverosímil,
característico, a propósito, subjetivo, íntimo, profundo, recóndito, humilde,
hondo, inabordable. Es decir, Rafa Nadal
Todos estos sinónimos como
aquellos Diez Mandamientos que nos enseñaban en la catequesis y luego en la
Historia Sagrada - cuando la Historia
Sagrada se daba a conocer, porque estudiar es otra cosa, en las escuelas – se
encerraban en dos, ahora, todo esto se compendian en dos palabras: Rafa Nada.
Su nombre ha abierto portadas en
muchos periódicos nacionales – y parte del extranjero – y todos reconocen que
este hombre reúne tantas cualidades que son imposibles concretarlas pero sí hay
dos palabras que dicen quién es: persona extraordinaria.
Cuando, al recibir el premio se
dirigió a los cuatro vientos, sabiendo
hablar, con lo difícil que es hablar en público, se acordó de todos los que
sufren, tuvo palabras de reconocimiento y alabanzas para su adversario en la
pista y para todos los que, de una u otra manera, habían trabajado
denodadamente para conseguir llegar hasta donde estaba en ese momento.
Hacer un relación de triunfos con
una raqueta de tenis en la mano por todas las pistas del mundo – de ahí peregrino
- no tiene ningún sentido. Sería un listín telefónico. Uno, cuando ve esas
cosas cae en la cuenta: el sacrificio, el trabajo y el esfuerzo tienen
recompensa; la humildad, reconocimiento; la sensatez, valoración. Van en el
mismo saco del equipaje
En esta España convulsa y azotada
por vientos de los que quieren imponer sus ideas – los otros vientos, los de
los temporales, se presentarán cualquier día – se valora de manera especial esa
palabra justa y medida, que no ofende, que no avasalla, que no es engreída ni
soberbia…., y eso, convendrán conmigo que se agradece, y mucho.
Un tío al que no se le cae ningún
anillo por ir a sacar barro con la gente de su pueblo arrasado y hecho añicos
por una riada es gente de otra pasta. Es de Mallorca, y se llama Rafael Nadal.
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