martes, 19 de septiembre de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ¡Agua!

La piden los que saben; los que no saben, también. Agua. Hace falta agua. España está seca. Las fuentes,  las que manan agua clara, limpia y fresca se han agostado. Caños herrumbrosos, en ocasiones, solo dejan caer unas gotas que se pierden.  San Francisco de Asís le dedicó cuatro adjetivos: útil,  humilde, preciosa y casta.

Están los índices de los pantanos bajo mínimos como algunas mentes de las que debería brotar ideas para paliar el problema. Hablan de unas reservas que de aquí a algunos días pueden ser ya un recuerdo sin solución. Los fondos de los pantanos, desnudos, muestran barro seco y muñones de caseríos y pueblos engullidos, algún campanario sin campanas que ya no llaman, y troncos de árboles retorcidos.

Los veneros están vacios; los pozos nos enseñan sus entrañas más profundas, esas que como los años buenos se ven muy de tarde en tarde y, ahora se muestran pobres, paupérrimas.  Solo responden a la voz del eco que retorna angustiada.

Se ha estacando el agua en algunos ríos. Han perdido  casi el nombre río y conservan solo el apellido con el que se escribían en el hule de los mapas. Ahora son charcas. Acaparan el poco líquido y cuando corren son aguas sucias y feas. Los pájaros que viven del río, sobre todo los patos, van de volada en volada y se zambullen y buscan los bichillos.

Septiembre siempre pulsea al calendario. Éste ya supera la mediación.  Hace bueno lo que el refranero dijo de él  hace mucho tiempo: “o seca las fuentes o se lleva las puentes”. Septiembre tumba con su fuerza titánica días calurosos y noches largas. Al final podrá con las hojillas del almanaque que ya no se cuelga en las paredes. La tecnología lo ha hecho digital.


Alguien dijo que en occidente no sabíamos la importancia que tenía dar un pellizco a la pared y girar media vuelta la rosca del grifo y, así, de pronto,  se iluminaba la habitación y, además, caía agua. A eso le llaman progreso. El progreso como sigamos con esta falta de agua puede que le hayan sacado tarjeta amarilla; después, ya se sabe, viene la roja. ¿O se la han sacado ya?


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