Lo ha dicho Antonio Banderas.
El hombre no quiere trabajar con dinero público porque dice que viene
envenenado. Algo de eso hay, sobre todo, cuando deja a muchos como fuera de
sitio y otros pierden el sitio detrás de él.
Hubo una señora ministra que se
entretuvo en decir que el dinero público no es de nadie. Más o menos o algo por
el estilo. Como presunta administradora…, pues, eso. Se ve, también, que la señora o gana tanto
que le duele poco o es tan inconsciente que no sabe ni lo que dice. Regentó el
Ministerio de Cultura. Ahora se explican muchas cosas de cómo va la cultura.
En España, últimamente, hay
demasiado veneno al alcance de cualquiera. Cuando de algo sobra, rebosa por los
filos de la vasija. Chorrean veneno muchas cántaras y no solo de dinero mal
venido sino de otras cosas. Cleopatra,
dicen, usaba un frasco pequeño y muy bello. ¡Hay gustos que matan! (De Borgias y otras lindezas no hablamos).
Hay cadenas de televisión de
las que se apartan hasta las víboras. No se puede tener más inquina encerrada.
Pontifican - no tienen púlpitos, pero tampoco
lo necesitan – como aquellos inquisidores que quemaban brujas, herejes y a todo
quien no estuviese en su cuerda.
Carlos Arniches escribió una
comedida deliciosa, Los caciques. En
un momento de la obra el protagonista dice con total convencimiento. “¿Qué aquí
no hay libertad política? Vamos, hombre, sí aquí hay dos partidos, los miistas
y los otristas”. Poco ha cambiando España cuando se ven algunas cosas…
Estos días vivimos un tiempo
muy revuelto. Alguien dijo que la primavera es el tiempo más revuelto de las
cuatro estaciones. Será que ahora con el cambio climático las estaciones han
corrido las lindes pero lo cierto es que todo, absolutamente todo, está liado. Y
casi como aquel del chiste de Lourdes cuando la silla de ruedas enfiló la cuesta
de bajada, hay que pedir, “Madre mía, que me quede como estaba”.
Querido Pepe, acabo de leerte y te digo -sin sentirlo, alegrándome- que, sin ponernos de acuerdo, hemos coincidido. Mi artículo de mañana trata de lo mismo que este tuyo. Mira qué alegría...
ResponderEliminarEl tuyo es infinitamente mejor, Maestro; el tuyo es antológico. Un abrazo.
EliminarMuy Bueno, amigo.
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo.
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