El Maestro Barbeito hace unos
días llamó por su nombre a la plaga que dicen que viene de oriente. No tiene
nada que ver con el aforismo: ex Oriente lux. No; en absoluto. Es otra cosa; una
mala cosa. La ha emprendido con el olivar. Ataca también a otros cultivos.
Vamos, sin miseria.
Se llama Xilella Fastidiosa. La
han visto por Alicante y anda como quien no tiene el alma limpia por medio del
campo sin respetar a nada ni a nadie. Siembra temor, mucho temor y, más,
impotencia y, sobre todo, cuando se ve cómo otras plagas con más extensión que
varillas tiene un abanico se las andan a
sus anchas.
Uno de mi pueblo como buen
hombre del campo conoce a los cojos tendidos. Dice que esto no ha venido
‘porque sí’, que no, que no, que detrás hay una mano que lo ha movido, y todo, por
intereses. Unos para vender más productos; otros, para poner zancadillas de las
que hacen que te vayas al polvo irremisiblemente.
Hace veinte años. ‘Que veinte
años no es nada…’ cantó Carlos Gardel. A lo que iba. En 1997 el comisario de
Agricultura Franz Fischler – que por el nombre y apellido debía entender de
olivos como yo de osos polares – se entretuvo en decir que en España sobraban
olivos. Treinta millones, olivo más u olivo menos. Hacía una llamada a lo que
podría pasar con el mucho aceite…
Y vuelvo a lo de mi pueblo:
“Maíz, maíz” ¿con que sobraban olivos y ahora cuando nadie se acuerda aparece
la xillella de marras? Y, ¿todo es tan ingenuo como el vuelo del cuervo que se
escaba de la novela de Edgar Allan Poe? Yo, ¿qué quieren? No me lo creo.
Hay una banda de cuervos
volando por todo el mundo. Uno se tiñe el pelo de panocha y la emprende con la
aceituna negra de La Roda de Andalucía; otro, deja volar no sé qué palomita que
va y viene de un olivo – muerto – hacia otro vivo…
Pienso en el olivo ‘gordo’ del
camino de la ermita de Encinasola. Ella ha puesto sobre él sus ojos; pienso en
la luna entre olivares y cortijos blancos y en la lechuza que se bebía el velón
de aceite de Santa María y que San Cristobalón quería espantar y todo eso que
ustedes conocen…
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