Su nombre completo era Rafaela
María de la Luz Estefanía de Ybarra y Arámbarri. Nació en Bilbao en la
mediación del siglo XIX. Casada con José Vilallonga fue madre de siete hijos.
Con el consentimiento – era norma de la época de su marido – fundó la
Congregación de los Santos Ángeles Custodios.
Su afán caritativo le hizo,
conjuntamente, con otras mujeres de elevada posición social, llevar a cabo una
fundación encaminada a auxilar a niñas de familias que por avatares de la vida se
vieron desamparadas a consecuencia de un crecimiento urbanístico e industrial no siempre controlado.
Estas niñas encontraron un lugar para su
formación y sustento. Fue el embrión de otras instituciones que aparecieron
para protección de la mujer a la que la vida por algunas circunstancias le
había vuelto la espalda.
El día de la Inmaculada
Concepción de 1894 abre el primer piso en Bilbao. Rafaela está acompañada de
otras tres jóvenes entusiastas. Quieren actuar como madres educadoras de aquellas niñas y jóvenes que llegaban a
sus manos. Piensan que su misión es
parecida a la que pueden ejercer los ángeles protectores. Toman el nombre
Ángeles Custodios.
El 2 de agosto de 1897 se pone
la primera piedra de lo que fue la Casa Madre de la Fundación de los Ángeles
Custodios. En sus estatutos se recogen “apoyar,
promover y llevar a cabo obras de carácter benéfico social en ayuda de las
familias”. Pretenden la cooperación y el desarrollo económico, social,
educativo y cultural de las personas más desfavorecidas de la sociedad.
La fundación no se mueve por
interés lucrativo. Tiene a gala que se financian, principalmente, por medio de
cuotas de personas que pertenecen como socios y colaboradoras sosteniéndola con
sus donativos sin que hasta la fecha
hayan solicitado ningún tipo de subvención a organismos oficiales y
públicos.
Rafaela Ibarra murió el 23 de
febrero de 1900. Fue beatificad el 30 de septiembre de 1984 en Roma por el hoy
santo, Juan Pablo II.
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