El río viene de La Fuensanta,
al pie de la Sierra de las Nieves, donde una vez te dije que fui buscando el
otoño y el otoño estaba llegando… ¿te acuerdas? Bordea El Burgo. Tan es así
que por allí lo identifican con el pueblo. Lo llaman ‘el río del Burgo’. Pasa
bajo el puente romano…
Por
el Turón, desde El Burgo, llegamos a Ardales. Sierra Prieta y Alcaparaín, Cabrilla,
sierra de Ortegícar... Es frente montañoso; predomina la caliza y el pinar. Olivares,
tierras de labor y Serranía.
Porque han arreglado la
carretera y porque no te vas a encontrar a casi nadie - salvo algún pastor que
ve cómo carean las ovejas - el camino es
una gozada de soledad y campo. Atrás queda la Serranía. Disfruta de estos
campos de silencio y belleza. Empápate. Párate, si quieres, donde las encinas
grandes…
Puede que en cualquier
momento te sorprenda la presencia de alguna cabra montés. Desde hace un tiempo,
cada vez, son más frecuentes en el terreno; si es período de cría irá acompañada de su chivillo… Son una
preciosidad; como aparecen, con la misma rapidez, se camuflan.
Echa un rato a orillas del río. No es
profundo. Va de aguas claras antes que lo engulla el pantano y tiene más de
arroyo limpio y sereno que de otra cosa. Con paciencia verás carpas, barbos,
bogas, algún pato que sale huyendo, asustado, con tu presencia, una garza
despistada…, cangrejos.
Bordea Alcaparaín; lo tienes
al alcance de la mano. Echa un vistazo a lo que fue intento, sólo intento
porque luego el conde de Guadalhorce superó con creces el invento, a lo que fue
el pantano de Andrade, pero tú sigue el curso del río, que no entra en
Ardales; lo bordea. Ya está próximo a
entregarse, mano, al pantano, del Conde de Guadalhorce…
Ah, que se me olvidaba, y
aunque procuré documentarme, no logré enterarme si debe el nombre a la
abundancia de mustélidos que empleaban para la caza de conejos o a que el río
se escurre como ese bichillo huidizo y fino de olfato.
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