miércoles, 27 de septiembre de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Polvo

El patio está revuelto. El patio está como una candela de papeles con mucho fuego y  más aire. Los papeles se los lleva el viento. Tendría que ser así. Quizá algunos han llegado muy lejos y otros se han movido muy poco; la distancia entre los dos se hace aún más larga.
En el oeste, el forastero en la barra del bar pedía un güisqui y los demás lo miraban con ojos de curiosidad esperando siempre un desenlace un tanto azaroso. Siempre había un adelantadillo de los del otro bando que incitaba a la provocación.

No estamos en el oeste. No hay un vaso de cristal sobre el mostrador ni el pianista se ha escondido debajo del mostrador. Pero convendrán que todo esto que nos está pasando es raro, demasiado raro y, sobre todo, cuando creíamos que se habían superado situaciones de otros tiempos.

Los niños de una España en blanco y negro soñábamos con superar los tres grados de la Enciclopedia Álvarez y en un puñado de cosas más. No muchas más porque tampoco el mico tenía tanta leche. Después se fueron quemando etapas y ya se sabe…

Ahora los universitarios se encierran en el Rectorado. Como se ve la distancia es abismal. Claro que los universitarios no conocieron para fortuna de ellos la enciclopedia ni otras cosas, y ahora,  lo tienen casi todo y nosotros tenías una gran cosecha de eso que se llamaba y se llama la nada. Los tiempos cambian una barbaridad.

En la calle hay mucho ruido. Demasiado ruido; de los despachos salen pocas ideas que amortigüen tanto vocerío pero se ve que como eso no se vende en la botica… A lo mejor estamos asistiendo al imperio de la mediocridad y a la sinrazón que se imponen sin que nadie sepa cómo atajar el problema.

En el saloom hace tiempo que no toca el pianista; las caras de los feos que juegan a las cartas en las mesas  y se hacen trampas entre ellos,  nos parecen más feas.  El polvo flota en el aire viciado. Es irrespirable, demasiado irrespirable. Necesitamos aire renovado y fresco.

Los últimos jazmines pulsean cada atardecer al otoño. Los rosales se han desentendido del tiempo que corre; están ahítos de rosas. Florecen los pacíficos. La naturaleza va a contramano de algunos hombres. ¡Menos mal!


La imagen puede contener: flor, planta, naturaleza y exterior

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