Se llamaba Luis. Era delgado y enjuto. De estatura
media; las manos de dedos alargados… Tenía unos ojos grandes y una mirada
profunda. Era amabilidad y agrado. Era la palabra adecuada para atender a quien
entraba por su puerta…
Cazador de escopeta y perro. Su setter, su
acompañante echado a los pies del mostrador. Una trasposición del campo al
estudio como lugar de trabajo. Al final de su vida, sus escapadas, cuando caía
la tarde, al ‘Madrugón’ en busca del
‘tiento callado’ al trago amigo.
Era fotógrafo, o sea notario gráfico de la realidad
nuestra de cada día. Plasmaba en su cámara la vida diaria de un pueblo, es
decir, del nuestro que ya era suyo. Nada le era ajeno; todo le interesaba. Unas
veces por vocación, otras, porque hay que ganarse el pan de cada día o por
deformación profesional.
Se llamaba Luis. Nació en Granada; se hizo
perote porque él era así. Tenía arte
para haberse establecido donde hubiese querido. Optó por quedarse aquí y
reflejar la cal blanca de nuestras casas; la gente que acudía; los
acontecimientos que marcaban el día a día de cada uno.
Nada le era ajeno. Ante su objetivo han posado
personas, personajes, paisajes y paisanajes. Su generosidad sin límite.
Conjuntamente con Carlos Planas - doy fe
– inició aquel primer movimiento para recuperar el retablo de la Encarnación;
hoy, una realidad.
Su archivo debió encerrar varios millones de
negativos. Fotografías de carnés, de estudio, reportajes… En Granada, en 1940, recogió el gusanillo del arte que llevaba
dentro y en la Escuela de Artes y Oficios aprendió cómo manejar la cámara; lo
otro, la sensibilidad eso lo da Dios; no
se aprende.
Madrid siempre fue la escapada necesaria para todo
muchacho ‘de provincias’ que se quería probar a sí mismo. Luis no fue la
excepción. No era aquel su sitito. Tampoco Tenerife donde llega en 1961. Luego
Motril, y de la mano de Sebastiana Rubiales, Álora.
Con Manuel Morillas
montan un estudio a la entrada de la calle de la Parra. Fue su lugar hasta que un día nos dejó.
Hoy, Marisa ha colgado varias fotos hechas por él. A mí se me ha ocurrido
recordar al amigo…
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