viernes, 10 de marzo de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El campanario

El templo magnífico, soberbio, espléndido. Se entra por dos puertas laterales. La puerta principal da a la plaza; se abre en ocasiones o para los acontecimientos. El templo es del siglo XVII.

Entre el altar de Santa Rita y el baptisterio está la puerta del campanario. Es de madera. Pequeña; humilde. La puerta, antes estaba siempre abierta. Los monaguillos subían para dar los toques. Llamaban a misas, rosarios; tocaban a quema; al Angelus; a muerto… Los monaguillos y los toques se han perdido.

La puerta ahora está cerrada con llave. Al campanario - tiene cinco cuerpos - se sube por una escalera de caracol. Estrecha; huele a humedad; a lugar cerrado. Hay restos de palomina por el suelo.
Un pequeño ventanuco deja que entre  luz. En el segundo cuerpo estaban los cordeles que movían los badajos de las campanas; ahora, son eléctricas. Han perdido encanto. Los niños no se balancean en el  extremo del cordel…

El tercer cuerpo es ciego; el cuarto, más luminoso. Arriba, una vez coronado, el quinto,  cuadrangular; abierto. Cuatro ventanas. Miran a los puntos cardinales. En los arcos, las campanas. “Campana de mi lugar / tú me quieres bien de veras…” Felipe Aranda subió un día, y nos lo regaló para recuerdo.

La vista excepcional. Al sur, el barrio más bello de Álora. Embrujo y misterio; cal blanca que reverbera. Lo corona el castillo. Es el Barranco o el Albaicín, que para el caso es lo mismo, nuestro. Poesía chorreada a lo largo del tiempo.

A poniente, el Monte Redondo. Un poco más abajo, la erosión recorta la roca blanda. “Es la puerta de la iglesia”. Hazas de sembrados; olivares. A la derecha, el Hoyo  Brioles; más abajo, El Baece,  y los Pechos de la Villa, y el Arroyo Hondo que siempre está seco…

Por  el norte, el pueblo se encarama. Sube, trepa, asciende. Quiere llegar a lo más alto. El Hacho se lo pone difícil; imposible; claudica; se rinde a sus pies. Siempre, un cielo azul. Vuelan los sueños.


Por oriente, aparece el sol cada mañana. Muy a lo lejos, El Torcal; luego, otros montes más cercanos: el Cerro de la Fiscala, los Lagares, el Cerro del Espartal. Casi al alcance de la mano, el Cerro del Calvario… Desde oriente, la luz. Olor a humedad en la escalera del campanario…

2 comentarios:

  1. Miguel Salas (D.E.P.), hermano de Maruja Salas y jugador del Álora en los años treinta, me contó que en cierta ocasión le castigaron (sabes que la escuela, tu escuela, estaba junto a la iglesia) y le encerraron en una habitación en la que había una especie de respiradero. se coló por él y apareció en el campanario, yéndose de allí a su casa.

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    1. Se ve que la necesidad agudiza el ingenio aunque sea para escaparse de la escuela por... el campanario.

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