Anduve hace unos días por tierras de la Subbética.
La carretera, magnífíca; el tráfico, intenso; la luz espléndida. Lucena es un
emporio de trabajo y riqueza…; en la lejanía, Sierra Morena.
El campo de olivos centenarios daba riendas sueltas
a eso que llamamos sueños. Los vi alineados peinándose con la brisa entre
Zuheros y Doña Mencía; los vi cómo arropaban a Baena recostaba en la ladera; Y
los vi en Cabra que vende vida, a borbotones, en el nacimiento de su río.
Hurgo en los
recuerdos de las novelas realistas de don Juan Valera. Pepita Jiménez, “tan bonita como dice la fama”; Juanita, la Larga, “guapa moza en toda
la extensión de la palabra”,… las
figuras de Luis de Vargas o de don Paco andan a las sombras de los olivos; los
cobija esta tierra. El novelista les dio vida en el papel.
Viajó Valera por medio mundo: Lisboa, Brasil, Rusia.
Volvió a Madrid. Por cierto en el Paseo de Recoletos tiene un monumento con más
enjundia que el que le erigió su pueblo, Cabra, pero esas son cosas que pasan.
Valera llevó siempre consigo los amores de juventud.
El seminario de Málaga, las Leyes aprendidas en Granada... El recuerdo a la
tierra lo marcó de manera especial. Fue el bálsamo a la depresión con la que convivió
durante mucho tiempo.
Zuheros está enclavada al pie de la sierra de la
Oreja de la Mula. Enfrente, la campiña; a sus espaladas, la roca caliza y
agreste. El paisaje, único. En las esquinas de sus calles se paró el tiempo. Tienen
encanto; casas blancas; placitas y rincones y la iglesia cerrada porque el cura
reside en otro pueblo…
Zuheros tiene
un castillo roquero. El viajero sube a todo lo alto y ve mejor, aún, el
paisaje. En el pequeño museo recibe información de otras civilizaciones. En la Cueva de los Murciélagos hay un yacimiento
arqueológico excepcional. En esta ocasión no entró; jugaba en su contra el
tiempo…
Del ‘Tren del aceite’ queda la cicatriz de la vía
abierta en el campo, una vía verde, y el recuerdo. En la Cantina de la estación de Doña
Mencía, con los amigos que comparte camino, doy cuenta de viandas propias de la
tierra…
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