viernes, 3 de marzo de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cuaresma

Álora, ya huele a flores nuevas; a tallos de olivos tiernos; a azahar de abril; a cera y a incienso;  a penumbra de iglesia y a recogimiento;  a romero en el Hacho; a almoradux en las sierras…

Y  se viste  de otras flores: clavellinas y geranios; alelíes y  yerbabonita, que no huelen, pero extienden una alfombra para que pisen las plantas divinas de Jesús y María sobre nuestra tierra.
Y se echa a la calle. No hay nada que nos guste más a los perotes que el redoblar de tambores marcando el paso; y la llamada de trompetas; y ese bullir de túnicas y velas y…;  entonces, es entonces cuando  entornamos los ojos y…

Sabemos que estamos en Cuaresma y las calles ya no son unas calles cualquiera. Se hacen Jerusalén más cercana, más nuestra. Por ellas vendrá Jesús sobre una borriquilla. ¡Hosanna al Hijo de David!; o Atado a una Columna o Jesús Orando en el Huerto…. – “Padre mío, si es posible… pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.

Vendrá vestido de Nazareno. “No me mueve mi Dios para quererte…”  Él con su cruz; nosotros, con la nuestra de cada día. Cristo Crucificado…;  oración a pie de calle.   “Muéveme Tú,/ muéveme de tal manera que aunque no hubiera cielo yo te…”

María acoge las advocaciones de los sentimientos más profundos del hombre: Soledad, Amor  “Madre, ahí tienes a tu hijo; hijo, ahí tienes a tu Madre”. Dolores, la madre del dolor sin consuelo; la madre que mira y comprende las preguntas sin respuesta.

“Silencio, porque podemos hablar distintas lenguas pero todos hablamos el mismo silencio”. Lo dijo el maestro Alcántara. Piedad o Silencio. “Oh, vosotros que pasáis por el camino, mirad si hay dolor semejante a mi dolor”.

 La Virgen de las Ánimas es dulzura, consuelo, tristeza; fuente de peticiones que no se agota, ¡Ay, Madre mía, trabajo!; ¡Ay, Madre mía, por mi… enfermo! ¡Ay, Madre mía…, Madre mía!


Sobre el catafalco Jesús, camino del sepulcro. Sencillez y respeto; oración, sobrecogimiento. ¡Ay de aquel que no respete a su Dios muerto!  En la Soledad  María lleva su propio dolor;  el acumulado del año, el pueblo. No hay consuelo. “Consumatum est” No; todo no ha terminado. Solo cuarenta días; luego… Cristo resucita. Días de gloria;  “al partir el pan, dice el evangelio, lo reconocieron”. 

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