jueves, 23 de marzo de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Soluciones

En mi pueblo había uno de mala baba. Tenía las ideas de un cable caído. A las desconexiones de empalmes  interiores, que dicen que tiene esa gente,   unía una hartá de poca vergüenza. El cóctel era algo así como  una mezcla de bicarbonato sódico, medio limón y un vaso casi lleno de agua: efervescencia que  rebosaba.

Un día se empeñó en matar al cuñado;  rondaba a su hermana. La madre  no dudaba de su capacidad.  Avanza la noche; regresa a la casa  el otro hijo. Venía, también, de su ronda;  le pide que lo acompañe – vivían en el campo – hasta el pueblo. Naturalmente andando…

Por el camino el aire movía las ramas de los olivos… La espantada de Rafael ‘el Gallo’, juego de niños comparada con las que él daba. Casi llegan al pueblo;  aparecen las luces tibias de las bombillas enclencles de entonces. Se envalentona; le dice al acompañante, “si tu hermano hubiese venido a matarme, quien lo mata soy yo”. La respuesta,  lacónica: “Y, eso ¿por qué no me lo dijiste en la casa…?”

Los telediarios están para no verse. Hay quien escupe al cielo y le echa la culpa a la gravitación universal: todo lo que sube baja; los periódicos, según de qué sitio, para no abrirlos. Todos, los que no son de allí, malos; los de los otros sitios llenan de  malos  al barrio de enfrente…

Hay problemas serios. (De lo de Londres, Bruselas y Alsasua no hablamos). Miserias de salarios. Gente sola.  Juventud sin horizontes. Dos salidas, o entrar por el aro, o emigración... ¿Sanidad, paro, terrorismo, falta de futuro…?


Ahora tiene turno de picota la televisión pública. ¿Delito?  Los domingos por la mañana retransmiten  una misa. Un líder político tiene el remedio. Que los interesados vean la misa  por las  televisiones privadas… Tío, si tenías la solución a ese gran problema que atosiga a España tan a mano, ¿por qué no lo has dicho antes?

Resultado de imagen de agua con bicarbonato y limon

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