sábado, 25 de octubre de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Vuelvo a Ronda

 

 

   

 

Octubre, 25 sábado

 

Sol radiante, cielo azul, muy azul, tanto que casi rompe el tópico. A media mañana subo con un amigo a Bobastro y a las Mesas de Villaverde y miramos el paisaje y le digo: aquello del fondo, sierras de Granada; y aquellas, la Sierra de Cabra, eso es Córdoba; esas que se confunden en el horizonte, la Sierra Sur de Sevilla; y aquello, Cádiz, el Peñón de Zaframagón…

Nos vamos para Ronda. Oronda fidelis et fortis, dice en su escudo y yo le digo a mi amigo: Ronda es la ciudad de Ríos Rosas, y de Fernando de los Ríos Urruti y de Giner de los Ríos y…

Es embrujo y misterio; es encanto y poesía hecha piedra en las casas que se descuelgan en los precipicios del Tajo.  Enamoró a Rilke y a Orson Welles.

Vio nacer a Francisco Romero y a su hijo, Pedro, torero insigne que estoqueó más de seis mil toros sin un rasguño y Goya lo inmortalizó en un lienzo; aquí vieron la luz Cayetano Ordoñez “El niño del Palma” – su padre tenía una zapatería con ese nombre - y el de su hijo, Antonio…

 Cruzo por el Puente Nuevo (antes pasé junto al monumento a Ríos Rosas con flores a sus pies) y por delante del Parador. Está de reforma. Una leve brisa salva, - siempre hay brisa en estas alturas -, las barandillas, en este caso, muros de piedra, del puente.

Me detengo. Escudriño con la mirada la profundidad del Tajo, el abismo se abre y acongoja, el suspiro contiene el resuello. Es obligado pararse y asomarse a ambos lados que parecen iguales, pero no; son, diferentes.

Abajo, en lo más hondo, el Guadalevín salta entre rocas. Los molinos desvencijados no han podido resistir el paso del tiempo. El río busca su camino hacia otro río, hacia la mar que “es el morir”.

Vicente Espinel, el del pícaro Marcos de Obregón – que hay quien dice que es su biografía -, el de la “décima o espinela”, el de la quinta cuerda a la guitarra, y ahora, con busto coronado de laurel, oye -que no escucha- impasible, cuando tocan las campanadas graves y solemnes

En la calle de “La Bola” me encuentro con gente perota. Me dicen que Ronda está, hoy, llena de perotes. “Y es qué Álora es muy grande y llega a todas partes”. Me cruzo con otra gente de otros sitios. Como yo, acude a Ronda… Declina la tarde. Me dejo envolver por la magia. Me pierdo sin rumbo ni hora por sus calles. Hay que volver otra vez, a los rincones que retienen el embrujo de esta ciudad y poner en orden las sensaciones 

Entre el Puente del Tajo y la Alameda, en medio de un jardín recoleto, un monumento recuerda a Miki Haruta: “Nací para morir. Muero para vivir”. 

El tópico dice que ahora tengo que acercarme hasta la Plaza del Socorro y degustar las yemas del Tajo. Pues es que no, me voy a buscar unos helados en La Jijonenca… Hace más treinta años que cuando acudo a Ronda y el tiempo lo permite… Se lo digo a Llorenç que es como se llama mi amigo y que es de Santanyí y que no conoce Ronda y está encantado…

1 comentario: