sábado, 11 de octubre de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Dos ríos en uno

 

                


Octubre, 11 sábado

Desde Posadas, sigue camino hacia Palma del Río. A la salida del pueblo gira a la izquierda. Ni que decir tiene a qué debe nombre. Pero huye de la confusión. Es el Genil el que le da apellido. Palma del Genil o “de los dos ríos” que se funden en el cercano embalse de Peñaflor.

Entre la antigua vía del tren, el que vino en el XIX y la del AVE que vino en el XX, va la carretera. Frutales -melocotoneros- cítricos; tierras vacías y adormideras. A trechos, pero no te alarmes, sus propiedades hipnóticas, analgésicas y narcotizantes se usan para la farmacopea. Son cultivos autorizados. Con control y papeles y necesarios para mitigar el dolor, aunque, también, ya sabes... Un poco más adelante, deberás cruzar de nuevo el río, por puente de hierro, si quieres entrar en Palma. 

Blanca y plana. En tierra de aluvión. A simple vista parece buenísima, en la margen izquierda del Guadalquivir, que por aquí se distancia un poco como si buscara la querencia de la sierra… 

A sólo 56 metros sobre el nivel del mar. Fundada o reconstruida, que no están las cosas claras por Aulo Cornelio Palma; en tiempos de godos perteneció al obispado de Itálica; y, reconquistada en 1231, a los árabes, por Alfonso, hermano de San Fernando. En 1342 la incendia Jusef, rey de Granada, y en 1434 sufre otro ataque rechazado por Luis Portocarrero, que, en premio, obtuvo el Condado. 

Adéntrate. Callejea. Llégate hasta la Asunción, a San Francisco, al convento de Santa Clara, a Santo Domingo y al hospital de San Sebastián. Forman el conjunto artístico. 

Desde el gótico-renacentista de comienzos del XV que se erige Santo Domingo (el de Santa Clara, situado cerca de la Asunción, fue fundado por Juan de Manos Albas, en 1499, para expiar el asesinato de su esposa que él cometió cegado por celos) al pleno barroco, en el XVIII, de la Asunción con recargados churriguerescos en las pechinas de la bóveda del crucero.

Conserva, también, lienzos y torreones de la muralla almohade. La puerta, - ‘arquito quemado’ - rememora por donde entraron, de regreso, los palmesanos después de la victoria sobre los moros en 1083. Eran otros tiempos. 

Sea como fuere, vete como para la ermita de Belén y contempla el río. Míralo alejarse - ahora sí el Guadalquivir - camino de Lora, de Sevilla, de la Puebla, de las marismas, del mar... “que es el morir”.



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