Octubre,
16 jueves.
Hace unos días – aún no había llegado el otoño
pleno a Madrid – anduve por aquellas tierras. Salimos a eso de media mañana. La
carretera ni cargada ni ligera. Granada no tiene aún la sierra blanca y por la
Venta de las Nava se les ha ido la mano sembrando olivos; la Frontera,
como siempre; de la Perdiz a Despeñaperros, el asfalto dejadillo de la mano.
Hicimos
un alto en Almuradiel. Está un poco más allá de Despeñaperros, solo un poco, y
antes de Las Virtudes. Cuando la carretera tenía doble sentido era parada
obligada. La Nacional IV pasaba por el centro del pueblo. Casa Marcos era un
emporio. Los comercios que vendían queso lo tenían tallado en madera. Evitaban
el hurto del ligero de pies y de vergüenza.
Madrid
y Málaga entonces era un día completo de viaje; ahora, por mor de las
limitaciones y los radares, ya se sabe, pues en torno a las seis horas, con una
parada incluida.
Siempre
me llamó la atención un mástil de barco a la salida del pueblo porque
Almuradiel -no lo he dicho- queda a un lado. ¿Qué hace un mástil de un barco en
medio de esta tierra de tan adentro…? Uno,
que preguntó se enteró que se puso como homenaje a gente que sirvió – como se
decía en otro tiempo – en la Marina…
A
poco de Almuradiel, - algo más de seis kilómetros, en un desvío de la carretera
– el Viso del Marqués. Ata cabos. Don Alvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz,
héroe de Lepanto mandó edificar un palacio renacentista…. ¡Algo único, como el
mástil, pero a lo grande, en este lugar! Bellísimo.
Hoy
es el Archivo General de la Armada. Dicen que don Álvaro, de ascendencia
navarra, mandó edificar allí el palacio porque equidistaba de Lisboa – donde él
murió desaconsejando la expedición de la Armada Invencible, pero… – Cádiz y
Cartagena. Tres puertos de vital importancia.
Recuerdo
que visité el palacio una tarde tórrida de verano. Era a esa hora de la siesta
cuando se paraliza todo. Aguardé bajo la sombra de un árbol… Llegó la hora de
visita; no abrían. Toqué el timbre; salió un nombre con cara malhumorada. Debió
pensar ¡éstas son horas! …Todo, esperpento. Un mástil, palacio renacentista,
una siesta rota, Marina Española, Sierra Morena a tiro de piedra, Don Álvaro de
Bazán…
Mi
amigo Juan Antonio del Campo que vive en Valencia y es de allí, me ha envidado
un libro - vía Sevilla, ya se sabe, lo
dijo el poeta: Sevilla tiene un
camino… - ardo en deseos de echarle un vistazo, mientras tanto, me acuerdo
de él – de Juan Antonio y del libro – y pongo un puñado de letras unas junto a
otras…
Viso
del Marqués. Palacio de don Álvaro de Bazán.
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