Octubre, 15 miércoles
Sabemos
cuando fueron expulsados, pero no cuando vinieron. Los Reyes Católicos, el 31
de marzo de 1492, firmaron el Decreto de expulsión de todas sus tierras a todos
los de religión que no recibieran el bautismo. Eso conllevó un cúmulo de
problemas de difícil solución.
Según
algunos historiadores los judíos llegaron a España en el siglo VI a. de C.
después de la destrucción del Templo por Nabucodonosor y su traslado, cautivos,
a Babilonia, la capital de su Imperio en Mesopotamia.
Un
grupo optó por emigrar en sentido contrario, por el norte de África, hacia
Occidente. Se llamó la Primera Diáspora; la Segunda, la provocó el Imperio
Romano, ya en el siglo I de nuestra Era. Hay, también, quien opina que vinieron
antes, con los fenicios a través del mar. Llegaron a Tharsis y comerciaron con
ellos.
Los
judíos se extendieron por casi toda la Península. Toledo fue la ciudad que más
judíos tenía en su censo. Allí, gracias a la visión cultural de Alfonso X, el
Sabio, se asentó la Escuela de Traductores. Musulmanes y cristianos, conjuntamente,
con ellos llevaron a cabo una labor extraordinaria para la expansión del
conocimiento.
Los
judíos vivían en barrios exclusivos, a veces, auténticos guetos donde no se
permitía la entrada a otras comunidades. Allí estaba la sinagoga y el barrio se
conocía como ‘la judería. En Toledo aún existen las sinagogas del Tránsito y
Santa María la Blanca. Fue importantísima la de Hervás en Cáceres. Las hubo,
también, en Sevilla, Córdoba, Málaga, Tarazona o la propia Granada, entre
otras.
La
convivencia, en ocasiones, conflictiva. En Palma de Mallorca, una cadena
impedía la entrada por la noche. La población que renunció a su religión se
llamó ‘conversos’; otros, en cambio practicaban, en secreto, su religión.
Pasados los años y tras persecuciones de la Santa Inquisición – algunos fueron
quemados en hogueras públicamente – llegaron a exigirse “limpieza de sangre” para
ocupar cargos relevantes. Fueron importantes Ibn Gabirol, Samuel Levi, o
Maimónides en la Edad Media. Posteriormente tuvieron ascendencia judía: santa
Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz (no está claro que los Yepes lo fuesen; su
madre, pudo ser morisca) o Fray Hernando de la Talavera, primer arzobispo de
Granada…
Los
judíos de dedicaban al comercio y a traficar con el dinero. Entre el pueblo, se
les consideraba avaros y usureros por los intereses elevados con que ‘vendían’ los
préstamos. Eso provocaba odio, rechazo y envidia. Generalmente muy inteligentes
– era necesario para sobrevivir, agudizar la inteligencia – y poco exhibidores
de sus riquezas.
Tras la
expulsión formaron la comunidad Sefardí. Marcharon hacia los Balcanes, América
del Sur, norte de África y Turquía. Conservan la lengua castellana del siglo
XV, muchas costumbres en la gastronomía y algunos, la llave de su casa en la
judería de la que procedían… Desde hace unos años, España, ha reconocido la
nacionalidad española, a los descendientes que lo acreditan.
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