Octubre,
19, domingo
Acaban de
fallar el Premio Planeta. Han abierto la espita del agravio nacional. En tromba
y sin mirar a los lados. Arremeten inmisericordes contra la persona premiada y por la
dotación.
Estoy desconcertado.
Aluvión de opiniones. Me asombra. Más de media España opina, sentencia y
condena a los que conceden el premio y a quién se lo han concedido.
No he
leído ni una sola línea del señor premiado. Puede ser maravilloso o un
desastre. Lo que procede, y es lo que hago, es espera a conocerlo en su obra y,
después, obviamente, opinar.
Los
premios literarios a veces, son una manera, de vender libros. O sea, dinero y
negocio. ¿Luego, se leen?, ¿se apilan en las estanterías para darle la compañía
del olvido? No sé. Cada cual es responsable de lo que hace.
Si la
sociedad tuviese un mínimo de exigencia, a lo peor, el libro no llegaría por mucha
publicidad que se le diese, ni a la acera de enfrente. Tengo una leve sospecha.
Somos muy generosos con la comida basura y muy pasotas con la de calidad.
A veces,
me pregunto, qué libros recomiendan los profesores de literatura de los
institutos. A lo mejor, no hay que preguntarse qué recomiendan, sino si
recomiendan algo. Estamos ahítos de basura en la prensa, en la televisión, en
la radio, en…
¿Quién lee
hoy en España a Cervantes, a Galdós (me temo que Trapiello y yo) a Pío Baroja,
a Delibes…? ¿Sabemos cómo escribía Ana María Matute, Carmen Laforet, María
Zambrano, doña Emilia Pardo Bazán? ¿Por qué escribían como lo hacían Rosalía de
Castro, Bécquer, Jose María Gabriel y Galán o Jacinto Verdaguer? ¿Qué sabemos
de la literatura que nos retrató como la de Ramón J. Sender, la de Álvaro
Cunqueiro o la de los Hermanos Álvarez Quintero, o la de Blasco Ibáñez?
Levante
la mano quién ha leído algo de Teresa de Ávila, a Juan de Yepes, fray Luis de León, Fray Gabriel Téllez, o de
ese hombre de Moguer que era muy serio y de mal carácter… Escribió algo tan
delicioso como decir que el borriquillo era “tan blando por fuera que se diría
que era todo de algodón…” Una utopía.
Paciencia,
hermanos, paciencia. Si pueden, lean, si lo creen conveniente, a don Gregorio
Marañón. Hizo los mejores estudios sobre: El conde-duque de Olivares; El Empecinado,
El Greco, Amiel, Don Juan, Antonio Pérez, Enrique IV de Castilla, Tiberio… Los disecciona
con bisturí de médico, con curiosidad de erudito y con prosa de magnífico
escritor. No condenó a nadie. ¡Ah, y no era ni monárquico ni franquista, él con
Ortega trajeron la II República!
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