Octubre, 20 lunes
Si san
Juan de
Un
cabrero - se llama Miguel - guardaba un hatillo de cabras, en ‘
Sopla el viento. Es un viento suave. Mansamente, los chopos de la ribera se despojan de las hojas; los castaños de arriba, a medida que se trepa, ya están desnudos. Un manto mullido y tierno alfombra el suelo.
Me dice que la castaña ha ido reguilar. “Ha sido poca, menuda pero sana” ¿y eso, le pregunto?: “Eso no lo sabe nadie”, me cuenta que el año no sido malo de agua, pero al igual que en otros sitios los trigos no han granado, allí tampoco ha cuajado la castaña.
- ¿Qué si es bueno o malo?, pues depende. Al haber pocas, mejor precio.
Hablamos
de las cabras. Mezcla tres razas.
Le pregunto por aquellos arbustos rojos, de la sierra de enfrente: “por aquí le llamamos cornicabras”. Tendrá chivos para febrero. Los chivos de “enero -le digo- no valen dinero”. Sí, pero es que el macho que tengo es de tres y es muy frío y deja a las cabras vacías; el año que viene lo cambio”. Me cuenta historias de un loco que atacó a otro hombre; él salió en su búsqueda, lo encontraron y le dieron leche antes de trasladarlo al hospital porque “el hombre estaba herido…”
En
Júzcar picamos algo. Me entero que Juan, el
de Anita María’ hace un néctar con las tres clases de uvas que se dan por
allí: ‘la perruna, la del rey y la cojonata’ y lo llaman mosto. Juan tiene más de ochenta y tres años.
Lo hace desde siempre. Damos cuenta, en el Montichelli, (¿tendrá algo que ver
con lo del comienzo y san Juan de Cruz?) de un plato serrano. Seguimos camino.
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