lunes, 20 de octubre de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Otoño en la Serranía de Ronda

 


Octubre, 20 lunes


Si san Juan de la Cruz hubiese conocido la Serranía de Ronda, en otoño, ¿qué habría escrito este hombre? por aquello de “mil gracias derramando pasó…”, ya me entienden. Oros viejos, amarillos, ocres, rojos, verdes. Todo el colorido que la naturaleza regala cuando está espléndida y quiere hacerlo.

Un cabrero - se llama Miguel - guardaba un hatillo de cabras, en ‘La Pasá, entre Igualeja y Pujera, a orillas del río Bolaje que lleva sus aguas, pocas, pero claras y limpias, al Genal. Me paro. Hablo con él. Está allí, “porque su hijo ha ido a la casa, a comer algo caliente”.

Sopla el viento. Es un viento suave. Mansamente, los chopos de la ribera se despojan de las hojas; los castaños de arriba, a medida que se trepa, ya están desnudos. Un manto mullido y tierno alfombra el suelo.

Me dice que la castaña ha ido reguilar. “Ha sido poca, menuda pero sana” ¿y eso, le pregunto?: “Eso no lo sabe nadie”, me cuenta que el año no sido malo de agua, pero al igual que en otros sitios los trigos no han granado, allí tampoco ha cuajado la castaña.

- ¿Qué si es bueno o malo?, pues depende. Al haber pocas, mejor precio.

Hablamos de las cabras. Mezcla tres razas. La Malagueña, la Sevillana y la Montejaqueña, que en otros sitios la conocen por Payoya. Me las señalas: las dos mochas, coloradas con pintas blancas, las mejores. Aquella, para echar cuatro litros de leche no tiene demasiados apuros. ¿La leche? Nosotros, cuenta, hacemos queso; otros ganaderos, la llevan a Ronda, donde hay dos queserías. El ganado también tiene problemas.  Muchos ganaderos, cuando faltan los viejos, lo van dejando. El campo es duro.

Le pregunto por aquellos arbustos rojos, de la sierra de enfrente: “por aquí le llamamos cornicabras”. Tendrá chivos para febrero. Los chivos de “enero -le digo-  no valen dinero”. Sí, pero es que el macho que tengo es de tres y es muy frío y deja a las cabras vacías; el año que viene lo cambio”. Me cuenta historias de un loco que atacó a otro hombre; él salió en su búsqueda, lo encontraron y le dieron leche antes de trasladarlo al hospital porque “el hombre estaba herido…”

En Júzcar picamos algo. Me entero que Juan, el de Anita María’ hace un néctar con las tres clases de uvas que se dan por allí: ‘la perruna, la del rey y la cojonata’ y lo llaman mosto. Juan tiene más de ochenta y tres años. Lo hace desde siempre. Damos cuenta, en el Montichelli, (¿tendrá algo que ver con lo del comienzo y san Juan de Cruz?) de un plato serrano. Seguimos camino. La Serranía despedía la tarde vestida de oros viejos; yo dejaba algo de mí mismo por el camino.

 

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