domingo, 12 de octubre de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Amor

 

 


Octubre 12, domingo.

“Tonadas de media noche, cantadas bajo un farol, si el amor está dormido lo despierta mi canción”. La cantaba una chica francesa; no recuerdo su nombre. Una vez que la vi por televisión en blanco y negro en una calle invadida por la niebla…

La niebla de no sé que telarañas ha invadido muchas calles. No son calles físicas; son de las otras. Son las calles de los sentimientos, las calles de la espiritualidad que es la otra parte de la materialidad que nos invade.

Eso de Patria, de Hispanidad, de conceptos de altruismo y generosidad están obsoletos. Dicen que han pasado de moda. De niño Patria era aquella tierra que limitaba al norte con los Montes Pirineos que nos separaban de Francia.

En su suelo había ríos. En la Escuela cantábamos: El río Duero nace en lo Picos de Urbión, provincia de Soria, pasa por Soria… y así con otros ríos y otros montes y llanuras y mares que tenían otros nombres.

En su tierra, también, nacieron gentes que supimos que se llamaron Adriano y Trajano; y Séneca y Lucano; y Don Pelayo y Recaredo; y Ibn Gabirol  y Averroes; Aberraman e Isabel que se entretuvo en decir que los ‘indios’ (que no eran indios, sino de América) eran súbditos de Castilla e iguales a los españoles de este lado del mar, y que se creasen universidades y que los conquistaran con el ejemplo y esas otras cosas que sabemos y otros no quieren admitirlas; y de Cortes y de Elcano, y de Orellana y de Núñez de Balboa…

Si el amor a la Patria está dormido lo depierta los versos de Teresa de Jesús y de Juan de Yepes, y de Juan Ramón y de Federico, y de Barbeito y los de un tal Alcántara que veía los barcos venir desde el ‘el rincón del Rincón’;  los ensayos de Marañón y los sones de verdiales y notas flamencas que son quejío y son mensajes, y notas de Falla que tenían tanto embrujo como el que canta Antonia Contreras y les pone notas de guitarra, Juan Ramón, otro Juan Ramón.

Ese amor de los guardias tirados a la intemperie de la madrugada en un playa de miedo por un reconocimiento material de miseria mientras el que se lucra duerme a buen seguro; de esos a los que les segaron su vida cuando cometieron el ‘error de no mirar’ bajo el coche…

Hombres anónimos. Desconoces sus nombres. Esto marcha gracias a ellos y a otros, y otros y otros, como aquel maestro rural que andaba de casa en casa para que aprendiesen a juntar la ‘m’ con la ‘a’ y diría ‘ma’ y si se repetía: ‘mamá’, o sea Madre, Madre Patria, que nos diste tu suelo para vivir. Gracias, Madre Patria.


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