Mongolia.
Yurtas; al fondo, Ulan Bator.
Octubre,
18 sábado
Me
decía esta mañana un amigo algo de Cela. Contaba en su Viaje a la Alcarria que
yendo por el campo se encontró con un pastor. Sobre una piedra había un pocillo
de agua y le preguntó: ¿este agua? y le contestó “para que se la beba el
tiempo”.
Yo le
respondí que había leído en alguien (no recuerdo quién) que había escrito: “los
charcos del camino son espejos para que se miren la nubes”.
Viene
esto a cuento porque acabo de leer un libro – muchos lo son, pero éste más –
por el tema y por los personajes que intervienen; por lo que aporta y por la
manera que lo dice y lo lleva a través del puñado de páginas que lo componen.
Hay que beberlo y hay que mirarse.
De
Javier Cercas conocía “Soldados de Salamina” y algo más que ahora no
recuerdo, pero nada comparable con la profundidad, el mensaje y la manera de
decirlo como lo hace en esta obra donde “hablan” el autor, como es normal en un
libro y una serie de personajes excepcionales: el Papa Francisco, cardenales de
los que ejercen responsabilidad, miembros de lo que se conocen como “Curia” y
otras personas que de alguna u otra manera tienen relación con el Vaticano.
Una
editorial invitó a Javier Cercas a acompañar al papa en su viaje a Mongolia - o
sea al fin del mundo - y, luego, contarlo. El autor hizo una contraoferta:
aceptaba con la condición de poder preguntarle al papa que opinaba si cuando
muriese su madre podría preguntarle a su padre que ya estaba allí, cómo era eso
del más allá. En esencia. ¿Hay vida después de la muerte?
El
libro transcurre con esa idea que aparece y desaparece. Tiene el encuentro con
el papa y no descubre nada de la entrevista que, en un aparte, Francisco, le
concede durante el vuelo de Roma a Ulan Bator. Solo al final, muy al final, hay
una respuesta sorprendente.
Engancha.
En una narración fluida, analiza la situación de la iglesia, el pontificado de
Francisco, con lo puede hacer y no se hace y con lo que quiere hacer y no lo
dejan, con el giro hacia la iglesia de la “sinodalidad”, con la situación de la iglesia de la
periferia (los tres últimos papas vienen de Polonia, de Argentina, es decir, de
casi el fin del mundo) y el actual un norteamericano con esencia del Perú. ¿Qué
pasa con los europeos?
Es un
libro, además, que profundiza de manera muy respetuosa en el mundo de la estepa
del centro de Asia como puede ser Mongolia, y en la estepa en que uno se halla
inmerso cuando aparecen preguntas íntimamente relacionadas con eso que llamamos
FE.
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