viernes, 5 de septiembre de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La mujer con quitasol en el jardín

 



                     Mujer con quitasol en el Jardín. Renoir.

 


Septiembre, 5 viernes


Se acercó despacio. Susurró con delicadeza…

-         Es la hora, señor. Vamos a…


Él no dijo nada. Se giró, dio la espalda a la pared y se encaminó a la puerta de salida.

-         ¿Está loco? Preguntó la chica nueva que llevaba muy poco tiempo prestando servicio de vigilancia en la sala del museo


-         No.

El jefe de Sala le explicó que era un hombre extraño. No está loco. Viene varias veces al mes desde hace muchos años. Se coloca frente al cuadro lo mira. No dice nada. No hace ningún movimiento extraño. Al principio nos hizo pensar que podría ser alguna persona desequilibrada capaz de causar algún estropicio. Después comprobamos que su comportamiento era normal.

El jefe de Sala le dijo que poseía el carné de ‘Amigos del Museo’ y que tenía uno de los números más antiguos. Deduzco, que antes de entrar yo a trabajar, ya venía por aquí. Lo había comentado con el jefe de la Sección de la Planta IV que era donde estaba expuestos los cuadros de la corriente novísima y con la directora del Museo que sí lo conocía personalmente pero que nunca le había desvelado ni su profesión ni nada relativo a su vida privada.

Algunas veces, siguió hablando el jefe de Sala, hemos observado en su cara rictus de emoción. Como si algo le brotase por dentro y a duras penas lograba contenerlo; otras veces, los ojos se le han puesto brillantes, expresivos; en alguna ocasión, nos ha querido parecer que por su mejilla se deslizaba una lágrima…

El permanece ahí, delante del cuadro, sin mediar ninguna palabra, sin ninguna comunicación con el personal de sala y, cuando llega la hora, se marcha…

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