domingo, 21 de septiembre de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Y al Cachorro lo pasaron por allí





Septiembre, 21 domingo


Anoche Huelva se echó a la calle. Bueno, Huelva no. La gente cofrade de esa ciudad olvidada en la punta del mapa de Andalucía que casi toca Portugal con los dedos de la mano, esa gente que quiere y siente a sus imágenes, salió a la aceras, acudió a las puertas de los templos y acompañó a sus Vírgenes.

Huelva celebraba una Magna – ahora lo llaman así – con sus advocaciones marianas ‘coronadas’. Celebran la efeméride de un año Jubilar. Anuncian que dentro de unos días las de Jaén y Córdoba. Me parece fenomenal, al margen de trabajo material, hay algo más, la gente no se avergüenza de sus creencias y lo dice a los que quieran verlo.

Hace unos meses la cosa ocurrió en Roma. Sí, esa ciudad que la llaman la Ciudad Eterna, cúmulo de Historia y de sede religiosa. Desde hace poco más de dos mil años, año más o año menos, sede de la Iglesia Católica. Los seguidores de aquel loco al que crucificaron, entre otras cosas, porque decía que había que querer a los enemigos. Hoy, sus seguidores estan divididos en no sé cuantas ramas. Cualquier día se baja de la Cruz y dice que con Él no se juega.

A Roma llevaron dos imágenes emblemas de la creencia católica en Andalucía: la Esperanza de Málaga y el Cachorro de Sevilla. De otros países, otras imágenes. Fue, al margen del tema religioso, una exposición de Antropología social.

Cuando vi pasar la imagen del Cachorro, talla del XVII de Ruiz Gijón por delante del Coliseum se me vinieron muchas cosas a la cabeza. De entrada, a pesar de haber estudiado latín, de reconocer lo que nos aportaron y de la vigencia aún de mucho de todo eso, el pueblo de Roma – de entonces – no me gustaba. Lo entendía como cruel, sanguinario, vengativo… Tonterías que, a uno, se le ocurren.

Detrás de esas ventanas en la arena de esa obra de arte (entendían la belleza, no como los griegos por amor a lo bello, sino para apabullar al vencido y para dar un sentido de utilidad) murió mucha gente por creer que Aquel que iba representado en una cruz y que pasaba delante de sus muros, quiso el amor entre todos…

Ahora cuando escribo estas líneas pienso en los suburbios de Lima, en las chabolas de Río, en los cristianos asesinados tierras abajo del Sahel, en los ahogados en las pateras, en  la matanza de Gaza…Me viene a la mente: “Tú me mueves, muévete el verte / clavado en una cruz y escarnecido,  muéveme ver tu cuerpo tan herido,/ múevenme ver tus afrentas y tu muerte”. (Anónimo atribuido a Santa Teresa de Jesús).


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