viernes, 9 de mayo de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Abejas

 

         


 

Mayo, 9, viernes.

 

Ha traído mayo, este mayo que apunta a mediación, muchos cambios, en el devenir de cada día: el mundo convulsionado por el egoísmo de uno que quiere más dinero; de otro, que quiere más tierras; de algunos que no están conforme, desde sus inicios, con las configuraciones que dieron a sus países y pienso ahora, sin ir más lejos, en el conflicto que acaba de estallar entre India y Pakistán por la tierra de Cachemira…

Ha traído también un nuevo Papa a la Iglesia Católica. Es curioso la cantidad de gente que sabe tanto y que se lanza a pontificar dibujando un Santo Padre a ‘su medida’, a la de ellos, quiero decir. Y viene eso que llamamos Espiritu Santo y le infunde a los que tienen que depositar el voto algo que no sabemos qué es pero que sale otra determinación diferente a lo vaticinado.

Obviamente no les voy a hablar del Papa. Están que se hacen polvo los llamados medios de comunicación diciendo y diciendo de él. Vamos, algunos creo que saben más de lo que incluso el propio Papa tiene conocimiento de sí mismo.

Esta mañana muy temprano he visto como en el cristal de la ventana se posaba una abeja. No paran estos seres minúsculos y nosotros, ignorantes de muchas cosas desconocemos que sin ellas la vida en el planeta tierra sería una entelequia. Es decir, casi imposible.

Anoche por la curiosidad innata que conllevo me puse a indagar entre los agustinos ilustres que han salido, a través, de los tiempos de esta Orden. Me salían muchos. Me quedo con tres, al margen del fundador, San Agustín, que entre otras cosas, se entretuvo en decir, en sus Confesiones “nos hiciste Señor para ti y mi corazón están inquieto hasta que descanse en ti”. Además, les digo: Lutero, que intentó una reforma profunda de la iglesia de su tiempo; Mendel, que descubrió la Leyes que llevan su nombre y que son esenciales para saber las influencias genéticas y una mujer casi desconocida, Rita de Casia.

A Santa Rita – la canonizó, León XIII, y no deja de ser curioso, antecesor en el nombre al actual Papa – era una mujer casada contra su voluntad, cosas de aquellos tiempos. Muertos su marido e hijos logró entrar en un convento agustino. Dicen que cada Semana Santa de los muros del convento salían abejas blancas que, luego, desaparecían para reaparecer en la primavera del año siguiente… En España se la tiene por “la abogada de las causas imposibles”.

 

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