Mayo, 3 sábado.
Por ahora. No ha sido un punto
y final. Les digo, por ahora, no. Tienen que venir más muestras con otros temas
que exponga la vida del pueblo que vive a orillas de un gran río…
María del Pilar Ferrari
clausuró ayer domingo, por la tarde, la exposición de fotografías “Primera
luz” en la que ha mostrado en la Galería Grande, en los Balconcillos del
Guadalquivir en la Puebla del Río… Y al final, siempre, al final del túnel, la
luz que se impone.
Ha captado colores violetas,
rojizos, encarnados, cobrizos, colores donde se aparecen el añil o el magenta;
colores que dan vida, sentido y sentimiento. “yo recuerdo aquel río…”
Sabemos que al Guadalquivir,
para medio entenderlo, como la otra tarde hizo en la faena de capa a su segundo,
el maestro Morante que vive unas casas
más allá donde ha estado la muestra, a orillas del mismo río, hay que apartarlo
de su espuma...
Uno, es el río que nace entre
quebradas. ¿Se acuerdan? En la Escuela – aquella que don Antonio Machado que
tanto tiene que ver con este río, también decía que era ‘aborrecida, y
los niños cantábamos delante del mapa de huele: “El río Guadalquivir nace en
las sierras de Pozo y Cazorla….” Sí, pero no.
Y luego, más adelante, seguía
la retahíla infantil -por si alguno andaba
despistado entre los pliegues del hule, que pasaba “por Montoro, Córdoba y
Sevilla… “Sí, pero, tampoco.
El río Guadalquivir es éste que
María del Pilar Ferrari nos ha sacado de la niebla, de la arboleda de ribera
confusa y oscura, de los sotos con árboles gigantes… Ha exprimido la ‘primera
luz’ esa que pudo haberse escapado de la Mano del creador cuando dijo: “Hágase
la luz” y erró y vagó cada día para volver a aparecer cada mañana cuando… Yse hizo. Ferrari ve lo que todos miramos,
pero solo ella ve y nos lo regala para deleite, para gozo, para recreo o para
sueños (“con la niebla la mañana es una misteriosa dama”). Asombra a quienes
se ha acercado a la muestra y lo deja sin palabra y entonces es cuando sale… ¡Dios
mío, cuanto arte anida en las almas de las personas anónimas que nos cruzamos
por la calle!
Y el río se aleja y se va, sin
prisa, con aguas rizadas según venga o vaya la marea, amplio, sereno y en paz
consigo mismo hacia otras tierras…
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