Mayo, 17, sábado.
Han cantado las Sevillanas
muchos. Es algo así como otro canto a la alegría escapado de un
imaginario pentagrama de Beethoven sin pasar por el arreglo de Miguel Ríos.
Puede ser también un diálogo como no se ha escrito otro. Un diálogo cantado: “En
cielo hay dos hermanas, Triana / que son Justa y Rufina,/del Cachorro están
hablando, Triana, / y dicen que no han visto, /un semblante agonizando, Triana,
/Igual al de ese Cristo”.
La España del siglo XVII era
una España intolerante y de fanatismo religioso. Comenzaba a aflorar la pobreza
que anunciaba el fin del siglo de Oro y la gente se refugia en las Cofradías
como lugar de amparo. En Sevilla hay muchos hospitales que recogen a
menesterosos. No tiene medios. Se les plantea la fusión. El nacimiento de
nuevas cofradías es un escape ante las necesidades acuciantes y un lugar donde
el fervor religioso tiene cabida.
Cada collación – terreno
cercano a la iglesia, pero que no identificable con lo que hoy entendemos por
barrio- tiene en su suelo la proliferación de oficios. Alfareros en Triana;
entalladores y armadores en el Arenal… Acude gente de muchos sitios. Unos se
quedan en la capital; otros, se las buscan en los pueblos cercanos donde la
economía está más floreciente.
Del Campo de Calatrava acude Lucas Ruiz Gijón.
Se establece en Utrera. Allí nace, entre otros, Francisco Antonio Ruiz-Gijón.
Murió con poco más de sesenta años en Sevilla. Peregrinaje por escuelas de oficios como
aprendiz. Despunta el niño con unas cualidades soberbias para la talla. Entre
otros maestros recibe clases de Pedro Roldán.
Dice la leyenda que una noche
de regreso a la casa se encuentra con una reyerta. Agoniza un gitano de apodo,
Cachorro, como consecuencia de varias puñaladas. Toma apuntes. Al año siguiente
se procesiona un Cristo Crucificado que se encuentra en los últimos estertores
de la vida antes de caer bajo la muerte. El pueblo reconoce al gitano, lo
identifica y le pone mismo mote del hombre asesinado…
Hay quien opina que esta
leyenda es apócrifa. Se apoyan en que hay varias Cristo similares. Sea o no
cierta el Cristo de la Expiración, que el pueblo conoce como El Cachorro es
quizá la obra más sublime del Barroco sevillano que como decir, la cumbre del
Barroco español. Estos días, por esas concesiones a veces difíciles de explicar
se ha permitido su salida dentro de grandes medidas de seguridad para que sea
procesionado en Roma….
Personalmente tengo unas ganas
enormes de que esta imagen y la de la Esperanza de Málaga – que ha compartido,
si me permiten la palabra, la experiencia de la salida – retornen a sus
templos…
“No me mueve mi Dios para quererte,
del cielo que me tienes prometido…”
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