sábado, 10 de mayo de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ettore Tito

 



Mayo, 10, sábado.


Fue un pintor italiano influenciado por el campo (venía de la Campania, en las Dos Sicilias) y por Venecia donde se afincó de muchacho y permaneció durante toda su vida salvo en las salidas esporádicas de sus viajes en los que insuflaba su alma de arte.  Venecia le dio los personajes de sus cuadros, el color, sus costumbres, su esencia.

Ettore Tito nació en la ciudad de Castellammare di Stabia. Su padre Ubaldo Tito, capitán de la marina mercante, pudo influir en el alma del pintor que, además, contó con las brisas que venían de mar Tirreno, ese mar en el que cuenta el padre Homero que Ulises se ató al mástil del barco para que las sirenas no le embaucasen con sus cantos de amor, cuando regresaba a Ítaca… Su madre, veneciana, trasladó a la familia a la ciudad del Véneto. Antes vivieron un período corto en Milán.

Tiene la Campania esencia de las brisas que vienen por la Costa Amalfitana esquivando quebradas y montes que bajan de la tierra alta donde las cumbres acarician cielos azules hasta la orilla del mar. En sus laderas se cultivan limoneros, vides y olivos…

Ettore Tito inmortalizó la ciudad de Venecia. El realismo de sus cuadros expuso la mirada de la mujer de vida interior profunda; el pulso de la vida cotidiana que se asoma a la calle al amanecer, a media mañana o a esa hora en que el sol declina. Los personajes son los mismos, sus caracteres, también. Su belleza se plasma de esa pincelada única e indescriptible. El mar, el campo, la vida rural del véneto tienen cabida en sus lienzos.

Me documento – confieso que he conocido la existencia de Ettore Tito al ver que Antonio Garcia Barbeito acaba de recoger una obra suya para la portada de la Segunda Edición de Coplas apena, Ed. Almuzara…- y me entero que su paleta se vuelve cada vez más libre, que refleja pinceladas del impresionismo francés y el retrato elegante de la sociedad en la que él bebió intensamente los sorbos que les tocaron en suerte.

Realismo y alegoría. Belleza sutil y sugerente; íntima; fuerza, expresión, hondura. ¿No es, acaso, una pincelada – o unas pinceladas, que la cuantía no importa – de la poesía de Antonio García Barbeito? Esa, en la que uno se adentra y se deja llevar, como cuando la brisa agita al viento el cabello suelto y libre, o deja libre la mirada que mira al infinito, mientras, la ciudad aguarda al otro lado del canal y las olas van a depositar sus besos en la quilla del barco..

 

1 comentario:

  1. Desde luego, querido Pepe, tu comentario es digno de figurar en la portada de mi libro, junto a la imagen del cuadro de Tito. ¡Enhorabuena! Muchas gracias. Un abrazo.

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