viernes, 16 de mayo de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Coplas apenas

 



Mayo, 16 viernes

 

Llegó el repartidor de Amazón a eso de media tarde. Me habían dicho el día de llegada y cumplieron. Si les digo que empecé a echar un vistazo y no pude parar hasta llegar al final…

Ha escrito Antonio García Barbeito – Coplas apenas, segunda edición Almuzara – un vademécum de su vida. Me quedo corto. Si les digo que es algo sublime no llego ni a la altura del tacón del zapato.

Decir algo más, cuando uno llega a la página 110, como ven un libro corto, muy corto, cortísimo es como querer encerrar todo el universo en un espejo. Es hacer realidad  aquello que contaban del niño que quería encerrar la inmensidad del mar en un hoyito de la playa.

¡Como escribe este hombre, Dios mío! “Tres versos octosílabos y una rima asonante abrazada”. Solo puede hacerlo realidad, darle cuerpo a la esencia, alguien que “no usa el nombre de la poesía en vano” – que eso sería pecado mortal, y aquí no tienen cabida esas cosas – alguien que sigue la línea de la magia que le marcó su destino y Dios, que hace lo que le da la gana, lo hizo poeta.

Barbeito va por el sendero por el que han ido, entre otros, San Juan de la Cruz, Bécquer, Juan Ramón, Lorca, Montesinos, Alcántara… Esos que uno comienza a leer y se para y entorna los ojos y luego anda otro tramo, y toma impulso de nuevo y respira hondo y…. se queda sin palabras porque las palabras, escritas o habladas son patrimonio de ellos.

“A mí ya los desengaños / me parecen familiares. / Será cosa de los años”. Y va y lo escribe y el tío se queda tan pancho y uno lo lee y lo vuelve a leer… Y piensa en cosas, en tantas cosas que se sumerge, como esos delfines que van junto a los barcos y aparecen y desaparecen… Y, así los recuerdos, y los desengaños y los anhelos, compañeros un tiempo y… “Sera cosa de los años”. Eso.

“Se entretenía febrero / en ir vistiendo de flores / las varas de los almendros”. Y uno piensa en noches cuando en la chimenea ululaba el viento y el río distante dejaba un murmullo sordo y en la luna aquella ¿te acuerdas? Ah, claro, no puede ser, una vez más y… Eso, febrero a lo suyo, a vestir de flores las varas de los almendros….

Maestro, sin palabras, me quedo sin palabras, como aquella tarde en la que Alcántara y tú, mano a mano, y yo como niño que cada minuto que pasaba se reafirmaba en el convencimiento. Sí, sí. Existen los Reyes Magos…

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