Mayo, 16 viernes
Llegó el repartidor de Amazón a
eso de media tarde. Me habían dicho el día de llegada y cumplieron. Si les digo
que empecé a echar un vistazo y no pude parar hasta llegar al final…
Ha escrito Antonio García
Barbeito – Coplas apenas, segunda edición Almuzara – un vademécum de su
vida. Me quedo corto. Si les digo que es algo sublime no llego ni a la altura
del tacón del zapato.
Decir algo más, cuando uno
llega a la página 110, como ven un libro corto, muy corto, cortísimo es como
querer encerrar todo el universo en un espejo. Es hacer realidad aquello que
contaban del niño que quería encerrar la inmensidad del mar en un hoyito de la
playa.
¡Como escribe este hombre, Dios
mío! “Tres versos octosílabos y una rima asonante abrazada”. Solo puede hacerlo
realidad, darle cuerpo a la esencia, alguien que “no usa el nombre de la poesía
en vano” – que eso sería pecado mortal, y aquí no tienen cabida esas cosas –
alguien que sigue la línea de la magia que le marcó su destino y Dios, que hace
lo que le da la gana, lo hizo poeta.
Barbeito va por el sendero por
el que han ido, entre otros, San Juan de la Cruz, Bécquer, Juan Ramón, Lorca,
Montesinos, Alcántara… Esos que uno comienza a leer y se para y entorna los
ojos y luego anda otro tramo, y toma impulso de nuevo y respira hondo y…. se
queda sin palabras porque las palabras, escritas o habladas son patrimonio de
ellos.
“A mí ya los desengaños / me
parecen familiares. / Será cosa de los años”. Y va y lo escribe y el
tío se queda tan pancho y uno lo lee y lo vuelve a leer… Y piensa en cosas, en
tantas cosas que se sumerge, como esos delfines que van junto a los barcos y
aparecen y desaparecen… Y, así los recuerdos, y los desengaños y los anhelos,
compañeros un tiempo y… “Sera cosa de los años”. Eso.
“Se entretenía febrero / en ir
vistiendo de flores / las varas de los almendros”. Y uno piensa en noches
cuando en la chimenea ululaba el viento y el río distante dejaba un murmullo sordo
y en la luna aquella ¿te acuerdas? Ah, claro, no puede ser, una vez más y… Eso,
febrero a lo suyo, a vestir de flores las varas de los almendros….
Maestro, sin palabras, me quedo
sin palabras, como aquella tarde en la que Alcántara y tú, mano a mano, y yo como niño
que cada minuto que pasaba se reafirmaba en el convencimiento. Sí, sí. Existen
los Reyes Magos…
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