lunes, 11 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Guadalquivir

 

 


Dijo Federico que los ríos de Granada bajan de la nieve al trigo y que el río Guadalquivir va entre naranjos y olivos. Federico dijo también que para los barcos de vela Sevilla – no lo nombraba – tenía un camino. ¿Hacía falta que no nombrase?

Jorge Manrique dijo también cosas muy serias. Hablo de ríos que van a la mar que es el morir, o seas ese momento en que lo entregamos todo, después de una sucesión de jornadas a la que damos en llamar vida.

Nace el Guadalquivir - ¡ay río de Sevilla! – dice la copla entre pinares allá en Cazorla. Ahora se las andan, por esos chauvinismos pueblerinos, a la gresca porque dicen que no nace allí y se lo quieren llevar a nacer a otras tierras, andaluzas también, pero más lejanas.

Algo parecido he leído en no sé qué sitio ocurre con la desembocadura y de se la quieren lleva a otro sito, también en Cádiz, donde dicen que es su lugar de entrega de las aguas a la mar océano la que baña las costas de esa tierra tan lejana que se llama América. En fin, cosas y más cosas.

Ha echado su ancla esa barquilla solitaria entre Coria y la Puebla. Me parece que tampoco hay que ponerle apellidos, como tampoco a tantos otros que, aguas arriba, se empeñan en que todos tienen que llamarse …”del Río” ¡Como si se pudiesen llamar de otra manera!

Deja el río Gudalquivir, Sevilla a un lado; al otro Triana, y se amansa en terrenos de marismas y caracolea y se hace un río de aguas donde parece que solo se mueven cuando sube o baja la marea… Es un río de orillas de ensueño. Cada uno tenemos nuestros propios sueños; el río, también.

Villalón se empeñó en decirnos que esa marisma se quedaron los moros que no se quisieron ir y él, además, quiso rizar el rizo y procuró criar toros con los ojos verdes en praderas de tonalidad diferentes.

Claro que Villalón no sabía que los ojos verdes serían otros ojos, verdes como el trigo verde, y que Miguel de Molina nos cantó cuando cantar algunas cosas de belleza excepcional estaba hasta prohibido.

Entre Coria camaronera y la Puebla de Morante, el de la media, ese, ese del que se puede decir que nadie ha dado una media como las da él… una barquilla solitaria espera y espera. No sabemos si la ha dejado ahí la marea. No sabemos nada de ella. ¡Pobre barquilla mía tan lejos de la orilla…!

No hay comentarios:

Publicar un comentario