1 de diciembre, viernes. Leía
hace un rato a Pérez Galdós. Me dirán
que suena raro leer a don Benito en los tiempos que corren. Más insólito es
leer lo que dice de un viaje por el sur de Inglaterra. Cuenta del entrelazado
de líneas de ferrocarril y de sus campos verdes, de sus fábricas...
Por ese arte de birlibirloque pienso en Andalucía. Por
extensión, casi tan grande como Portugal; por población, bastante más que
algunos países europeos de los que todos los días habla el telediario. Puestos
a sacar pecho de ‘nacionalismo’ podríamos ser un estado miembro de la Unión
Europea. ¡Qué cosas verdad!
Tenemos sol a raudales; no tenemos agua ni materias primas;
hemos dejado morir la industria lenta y agónicamente; los mares, esquilmados, la
agricultura de primor se enfrenta a problemas serios en la producción y en la
logística de la comercialización. Entran en juego un puñado de factores; nos
hemos entregado a eso que se llama industria sin humo, o sea turismo.
Hay una lucha en la estadística de superación de vuelos del
aeropuerto de Málaga – el tercero de la Península, por más que le pese a otros
– y una vorágine de cruceros en el puerto. En Cádiz a esos turistas, los llaman
los ‘diesel’ por lo mucho que andan y lo poco que gastan. En Málaga
toman el centro y uno piensa en cosas raras.
No tenemos banca propia. El capital huyó – de la mano de
otros y de algunos propios – y se montó el desarrollo industrial del País Vasco
y Cataluña. Sí, la tierra de esos que dicen que les robamos y otras lindeces para
exponer que no quieren ir de compañeros en nuestro viaje. La banca ‘de fuera’
se ve por esquinas, y la de aquí deja muchas interrogantes. Hay otras, pero
como aquello del jamón barato ni es jamón ni…
Nuestras comunicaciones por ferrocarril son muy mejorables.
Pasan las horas y las horas sin que aparezca un tren por nuestras vías; las
carreteras, algunas saturadas; otras inexistentes. Hay deficiencias grandes,
muy grandes en Sanidad y en Educación. Uno lamenta, el nivel que se ve en
ocasiones. Nos preguntemos qué puñetas
está pasando. ¿Qué moldes rompe nuestra Universidad? Ah, y creo que lo único
que nos salva es la gente. Al menos nos ha quedado muy claro: aquí se trabaja
para vivir… (Total, “Si el domingo, resucita.”) También, hay otros lópeces. No
quiero tocarlos.
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