26 de diciembre, martes. La
tradición no se escribe y se transmite oralmente, decía que los meceeros,
- en otros lugares de Andalucía se le llaman bambas -había que montarlos
en los días posteriores a la Navidad. Quedan en Álora huellas en calle de Atrás
con una argolla en la pared y un mosaico que lo recuerda. “Todos le cantan a
todos / y a ti no te canta nadie/ siendo tú el mejor racimo / de la parra de tu
calle”. Formaba parte de la vida
cotidiana en otro tiempo. También se
montaban en el campo, pero los que más atracción tenían eran los del pueblo
donde la afluencia era más numerosa. El meceero
de la calle Negrillos por la peculiaridad de la calle, sencillamente
espectacular.
En aquellos días se convertía
en punto de encuentro de gente joven en torno al columpio. Un cordel amarrado a
dos argollas, una niña que quería volar alto, personas dispuestas a mecerla y
un grupo que cantaba, la mayoría de las veces, revelando un secreto que todos
conocían y todos respetaban. Allí se decía todo sin decir nada…
Se cantaban, primero una voz
sola, a la que respondía un coro, letras irónicas, amorosas, maliciosas,
intencionadas, despectivas, tiernas… la cantaba un voz que siempre tenía la
respuesta coral. “Arremonta los cordeles, / arremóntalos bien altos, / que
parezca una paloma, / la niña que va en lo alto”.
La fuerza, el impulso, y la
virilidad del meceor, a veces, también la mujeres impulsaban los
cordeles, parece, en ocasiones, que entra en conflicto -“arremontalos bien
altos”- con la fragilidad y dulzura – “que parezca una paloma”- a
quien va dirigido el mensaje.
La primera impresión que
produce la audición de esa letra es la del encuentro ante un arte refinado,
difícil y controvertido con el mensaje directo hacia el receptor que puede ser
la moza a la que se corteja o la respuesta a quien demanda la atención.
Tienen la gracia de la
improvisación, la lozanía y la frescura de lo espontáneo y la exigencia de una
respuesta, que acepta o rechaza de inmediato. Es poseía del pueblo acompañada
por la música acompasada, rítmica y metódica en el vaivén del meceero.
Hoy, donde las relaciones
sociales están marcadas por otros parámetros, recuerdos. Añoranzas de un pasado
bonito y difícil que buscaba la intercomunicación social que de otra manera
eran casi imposibles. En nuestros días si se montan es por no dejar que se
pierda una tradición y hacer gala del testimonio que pervive a pesar del paso
del tiempo.
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