lunes, 25 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Meceeros



26 de diciembre, martes. La tradición no se escribe y se transmite oralmente, decía que los meceeros, - en otros lugares de Andalucía se le llaman bambas -había que montarlos en los días posteriores a la Navidad. Quedan en Álora huellas en calle de Atrás con una argolla en la pared y un mosaico que lo recuerda. “Todos le cantan a todos / y a ti no te canta nadie/ siendo tú el mejor racimo / de la parra de tu calle”.  Formaba parte de la vida cotidiana en otro tiempo.  También se montaban en el campo, pero los que más atracción tenían eran los del pueblo donde la afluencia era más numerosa.  El meceero de la calle Negrillos por la peculiaridad de la calle, sencillamente espectacular.

En aquellos días se convertía en punto de encuentro de gente joven en torno al columpio. Un cordel amarrado a dos argollas, una niña que quería volar alto, personas dispuestas a mecerla y un grupo que cantaba, la mayoría de las veces, revelando un secreto que todos conocían y todos respetaban. Allí se decía todo sin decir nada…

Se cantaban, primero una voz sola, a la que respondía un coro, letras irónicas, amorosas, maliciosas, intencionadas, despectivas, tiernas… la cantaba un voz que siempre tenía la respuesta coral. “Arremonta los cordeles, / arremóntalos bien altos, / que parezca una paloma, / la niña que va en lo alto”.

La fuerza, el impulso, y la virilidad del meceor, a veces, también la mujeres impulsaban los cordeles, parece, en ocasiones, que entra en conflicto -“arremontalos bien altos”- con la fragilidad y dulzura – “que parezca una paloma”- a quien va dirigido el mensaje.

La primera impresión que produce la audición de esa letra es la del encuentro ante un arte refinado, difícil y controvertido con el mensaje directo hacia el receptor que puede ser la moza a la que se corteja o la respuesta a quien demanda la atención.

Tienen la gracia de la improvisación, la lozanía y la frescura de lo espontáneo y la exigencia de una respuesta, que acepta o rechaza de inmediato. Es poseía del pueblo acompañada por la música acompasada, rítmica y metódica en el vaivén del meceero.

Hoy, donde las relaciones sociales están marcadas por otros parámetros, recuerdos. Añoranzas de un pasado bonito y difícil que buscaba la intercomunicación social que de otra manera eran casi imposibles. En nuestros días si se montan es por no dejar que se pierda una tradición y hacer gala del testimonio que pervive a pesar del paso del tiempo.

 

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