22 de diciembre, viernes. La
muerte de Antonio Burgos ha conmocionado por inesperada y por la pérdida. Yo
conocía a Antonio Burgos más como escritor que como periodista. Su Andalucía
¿tercer mundo? fue un aldabonazo ante el subdesarrollo y la postración
histórica.
Cádiz, rotuló una calle con su
nombre y lo nombró Hijo Adoptivo. En Sevilla comenzó un movimiento para obtener
el reconocimiento público. Detectó cierto rechazo y fue entonces cuando,
parodiando a los de Bilbao, dijo aquello de “Los de Cádiz nacemos donde nos
sale de los cojones”. Dejó sentado a más de uno (y de dos).
Ahora, el alcalde de Sevilla ha
hecho unas declaraciones pomposas y relumbrantes para justificar la concesión
de Hijo Predilecto y digo yo, ¿será porque no han tenido tiempo? Ochenta años
de vida, como que no dan para mucho ¿verdad? Una segunda cosa ¿para qué quiere
ahora Antonio Burgos el nombramiento? Hay una tercera, llegan tarde. La Junta
de Andalucía le dio el reconocimiento del nombramiento hace unos años, o sea
que se las ido el tren.
Se lleva muchas glorias eso de
acuñar que “la Habana es Cádiz con más negritos y Cádiz es la Habana con más
salero…” Pues eso, ¡Casi ná!
Su periódico, ABC, aunque
escribió en otros medios, dicen que ha perdido una de las letras de su
cabecera, la “B”. Sabemos que la prensa de papel pasa momentos de
asfixia económica. La gente no lee y las competencias, en espacio y tiempo, de
los medios digitales es feroz; imposible vencerla. ABCE, ahora tiene la enorme
papeleta de llenar el vacío que deja.
Se proclamaba ‘currista y bético’.
Podría compartir con él el cincuenta por ciento de sus devociones, pero no es
el caso. Era, cuentan, los que lo conocieron un hombre de trato difícil,
original en muchas cosas y controvertido porque eso de ser “monárquico y
andalucista’ parece una cosa rara.
El día del paseíllo la terna
fue impresionante: Juan Manuel Gozalo, Pedro Peña y él. Ya me dirán si no hay
días que rompen la monotonía. Ahora vienen las alabanzas (hoy habrán ido muchos
de traje y corbata negra para salir en la foto). Era un hombre con retranca al
hablar; lo superaba con la pluma. Se tuvo que exiliar en Suiza y pasado un
tiempo le dijo a su mujer “Vámonos para Sevilla que prefiero que me mate la ETA
a morir de pena”. Su alma socarrona habrá dicho ¿y ahora, para qué quiero yo
ningún reconocimiento? Ya es tarde. Descanse en paz.
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